Revista Aera
FRANCISCO FERNÁNDEZ
Alfarería en la Carretera Vieja de Los Teques
1951 | óleo sobre tela | 73 x 92 cms.
Revista Aera...............................Poema del argentino Mario Morales: "Otoño ha llegado" De: Rolando Revagliatti 2. DE GNOMOS De: Juan José Mestre 3. Videos: No te quiebres pais ... De: Rui Mendes 4. Una explicación alegórica de Jonás - En El Zohar, Libro del De: ISAIAS GARDE 5. Poema: Negación De: Radamés Buffa 6. Junio 2007 De: Rolando Revagliatti 7. "No declaradas", inédito De: Rolando Revagliatti 8. POR FAVOR REENVIAR De: Philos Enpelicano 9. La Buhardilla número 17 (desde Rosario, provincia de Santa Fe, l De: Rolando Revagliatti 10. Divagando tarde la tarde De: monik matchornicova 11. A CONTRATIEMPO De: Juan José Mestre 12. Edición del 22.6.07 de Inventiva Social: Literatura & etc. De: Rolando Revagliatti 13. TALLER DE POES?A Y M?SICA SUFI "La Casa Encendida" De: C.Dolores Escudero 14. Premisas de verano III / Nocturno De: monik matchornicova 15. Compartiendo en sabado De: monik matchornicova 16. Los azules de San Juan De: monik matchornicova 17. Apuntes sobre "Ulises" de James Joyce De: C.Dolores Escudero 18. Inédito: "Retiresé que me compromete" De: Rolando Revagliatti 19. Perdición. De: Edgar Hernández Zúñiga. 20. RUMOR DE ABISMOS De: Philos Enpelicano 21. Palabras de Norberto Firpo La Nación 23 dejunio2007 De: osvaldo sado 22. Matices de Mirta Defilpo De: osvaldo sado 23. PLEGARIA PARA MI MUTIS De: Juan José Mestre 24. Leonardo, una vida de cocina De: ISAIAS GARDE 25. El Regalador nº 211 De: Rolando Revagliatti
Alfarería en la Carretera Vieja de Los Teques
1951 | óleo sobre tela | 73 x 92 cms.
Revista Aera...............................Poema del argentino Mario Morales: "Otoño ha llegado" De: Rolando Revagliatti 2. DE GNOMOS De: Juan José Mestre 3. Videos: No te quiebres pais ... De: Rui Mendes 4. Una explicación alegórica de Jonás - En El Zohar, Libro del De: ISAIAS GARDE 5. Poema: Negación De: Radamés Buffa 6. Junio 2007 De: Rolando Revagliatti 7. "No declaradas", inédito De: Rolando Revagliatti 8. POR FAVOR REENVIAR De: Philos Enpelicano 9. La Buhardilla número 17 (desde Rosario, provincia de Santa Fe, l De: Rolando Revagliatti 10. Divagando tarde la tarde De: monik matchornicova 11. A CONTRATIEMPO De: Juan José Mestre 12. Edición del 22.6.07 de Inventiva Social: Literatura & etc. De: Rolando Revagliatti 13. TALLER DE POES?A Y M?SICA SUFI "La Casa Encendida" De: C.Dolores Escudero 14. Premisas de verano III / Nocturno De: monik matchornicova 15. Compartiendo en sabado De: monik matchornicova 16. Los azules de San Juan De: monik matchornicova 17. Apuntes sobre "Ulises" de James Joyce De: C.Dolores Escudero 18. Inédito: "Retiresé que me compromete" De: Rolando Revagliatti 19. Perdición. De: Edgar Hernández Zúñiga. 20. RUMOR DE ABISMOS De: Philos Enpelicano 21. Palabras de Norberto Firpo La Nación 23 dejunio2007 De: osvaldo sado 22. Matices de Mirta Defilpo De: osvaldo sado 23. PLEGARIA PARA MI MUTIS De: Juan José Mestre 24. Leonardo, una vida de cocina De: ISAIAS GARDE 25. El Regalador nº 211 De: Rolando Revagliatti
Mensajes
1.
Conste: Seguramente no podrá ser valorada la espacialidad con el que fue concebido este poema (imagino que todos los eventuales lectores encontrarán el texto iniciando todos los versos dispuestos uno debajo del otro y con la misma alineación).
R.R.
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“OTOÑO HA LLEGADO” : otoño
De manos arrojadas a su sonido amarillo,
a fugas de mármol y
opacas y el despertar del alma
en islas que vuelan
hacia desiertos temblantes de púrpura.
Otoño de los cuerpos, de los abrazos lilas,
de escombros que iluminan.
Otoño de la primera palabra
escrita con fragmentos de sangre y silencio,
con ese gesto anónimo que las hojas escriben
al caer en la soledad o la tierra.
Y el hombre ya es
el otoño:
el resumen de la vida
iluminado por otra vida
más oscura y bendita
y
(Ah ese viento
que sopla antes y después del tiempo
sin fin).
MARIO MORALES
De “PLEGARIAS O EL ECO DE UN SILENCIO”, 1974
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< http://www.telefonica.net/web2/bentayga56/>
Así se escribe la historia de México
Después del Gral. Lázaro Cárdenas, Manuel López Obrador
El discurso del presidente legitimo de México Manuel López Obrador, también es valido para España. Los altos funcionarios parásitos cobran decenas de miles de euros, mientras que decenas de miles de trabajadores que vivieron su infancia en la extrema pobreza y trabajando desde niños, hoy cobran menos de 400 euros de pensión...
La reacción está llevando una intensa campaña para sembrar el pesimismo y desmoralizar a todos aquellos que han puesto sus ilusiones en el proceso transformador de AMLO por eso difunden la idea rastrera de que está desgastado, lo que no se les desgasta el es cinismo de sanguijuelas que arrastran es sus mentes perversas... La patria, mejor dicho; los vienes públicos, el patrimonio que ha sido creado con el sacrificio de todos, no se vende, se defiende. Las privatizaciones son pan para unos pocos y la ruina, y miseria para los de siempre, los trabajadores.
Cero <http://www.amlo.org.mx/noticias/comunicados.html?id=58623> negociación con la derecha panista, pide López Obrador a legisladores del FAP
Videos
<http://gobiernolegitimo.org.mx/2007/jornada01072007.wmv> Asamblea Informativa (Jornada Nacional de protesta Contra el Fraude Electoral)
1 de julio de 2007
Ni retirada ni rendicion (2 <http://www.youtube.com/watch?v=UIxBtCqs3JE> de Julio no se olvida)
Lopez < http://www.youtube.com/watch?v=boRrG3Jk-G8&mode=related&search=> Obrador No te quiebres pais
Eugenia <http://www.youtube.com/watch?v=idEvNIIM1-U&mode=related&search=> Leon canta durante marcha pro AMLO 1
AMLO. <http://www.youtube.com/watch?v=-y_zre-l0-Y&mode=related&search=> YO VENGO A OFRECER MI CORAZON.
Masacre en Palestina... ¿ Hasta cuándo ?
Palestine is my name- hamas- poetry <http://www.youtube.com:80/watch?v=haWooR8zJGE&mode=related&search=> اسمي ٠لسطيني - شعر- Øماس
Hasta que extremo deberán llegar las masacres que el "estado" hitleriano de Israel, lleva acabo cada día para que las asociaciones de juritas denuncien de manera abierta ante la opinión pública y en los organismos internacionales el genocidio que día a día padece la población palestina ¿Hasta que extremo? ¿Donde están las plañideras de la democracia y los derechos humanos? ¿Por qué son tan cínicos?
Y es que el lenguaje lo puede todo en manos de unos pocos desalmados criminales y sus cómplices cuando éstos controlan los medios de comunicación y le roban a los pobres hasta la médula. Y a los que no se la dejen robar le llaman terroristas. ¡Qué placer señores, qué placer! Con qué frialdad hablan cuando tienen a la TV. bien trincá, para exponer única y exclusivamente sus puntos de vista.
Es cuestión de exigir de manera inmediata, la retirada de Israel de los territorios palestinos. Para que dejen de yacer a los lados del camino los numerosos cadáveres, cuyos ojos abiertos nos recuerdan que eran esqueletos antes de caer, como son víctimas los niños palestinos, ya antes de nacer y sus ojos aún cerrados, también están sembrados de un socorro implorado que nunca llega. Porque los tiranosaurios disfrazados de demócratas no saben de sujetos indefensos.
Tamarant
Primero <http://www.telefonica.net/web2/bentayga56/033.htm> se llevaron... Poema
4.
La
historia de Jonás puede reconstruirse como una alegoría del curso de la
vida del hombre en este mundo. Jonás desciende rumbo al barco: esto es
paralelo al alma del hombre que desciende para entrar al cuerpo que le
corresponde en este mundo. ¿Por qué se le llama Jonás al alma [lit.,
afligida J? Por la razón de que ella se convierte en sujeto de todo
tipo de vejaciones una vez que ha entrado en sociedad con el cuerpo.
Así, un hombre en este mundo está como en un barco que cruza el ancho
océano y puede ser dc:spedazado, como está escrito: "Así que el barco
podía ser destrozado" [Jonás 1: 4].
Y
asimismo, también el hombre en este mundo comete transgresiones pues
supone que su Señor desatiende al mundo y, por tanto, su presencia
puede ser eludida. De ahí que el Todopoderoso despierta una tormenta
iracunda, es decir, el juicio de un hombre que siempre se encuentra
ante el Ser Supremo, bendito sea, e inexorablemente busca su castigo.
Entonces es esto lo que golpea el barco, y recordando los pecados del
hombre, lo atrapa; el hombre queda en medio de la tempestad y lo aqueja
la enfermedad, tal como Jonás "fue lanzado a las partes más profundas
del barco; y se acostó y se quedó dormido" [íbid. 1:
5]. Así que el hombre permanece aquejado, y aun así su alma no hace
intento alguno por volver a su Señor, volver y expiar sus pecados.
Luego, "el capitán del barco vino a él", es decir, aquel que es el
timonel de todo, y la Buena Inclinación, "y le dijo: ¿Qué significa que tú te quedes dormido? Levántate y alza los ojos a tu Dios" [íbid. 1:
6]; no es hora de dormir, estás a punto de ser prendido para que se te
haga un juicio por todos tus actos en este mundo. Arrepiéntete de tus
malas acciones. Arrodilla tu mente ante estas cuestiones y regresa a tu
Señor.
"¿Cuál
es tu ocupación?", es decir, en la que está comprometido en este mundo,
y confiesa lo que a ella se refiera ante el Señor; y "de dónde vienes
tú"; o sea, de un rango ínfimo, y por tanto, retén tu arrogancia ante
Él. "¿Cuál es tu país?, considera cómo del polvo vienes y al polvo has
de regresar; "y de qué gente eres tú" [íbid. 1: 8], es decir, considera si puedes abrigar la esperanza de ser protegido en virtud de los méritos de tus ancestros.
Cuando
se le lleva ante el tribunal celestial para ser juzgado, la tempestad
que era en realidad la sentencia tal y como se desenfrenó frente a él,
llama al Rey para que castigue a todos los prisioneros del Rey. Luego
los consejeros del Rey vienen ante él a su debido tiempo, y el tribunal
queda constituido. Algunos abogan por el acusado y otros en su contra.
Si al hombre se le considera culpable, como en el caso de Jonás,
entonces "los hombres remaron con todas sus fuerzas para llevado a
tierra, pero no pudieron"; así, aquellos que abogan por él, presentan
argumentos en su favor y buscan hacerla regresar a este mundo, pero
fracasan en su intento; "pues la marea creció y creció más
tempestuosamente contra ellos" [íbid. 1:
13], es decir, la persecución incita la furia contra él, hunde la
defensa y el hombre permanece convicto ante sus transgresiones. Es
entonces cuando tres emisarios elegidos descienden a él. U no de ellos
lleva a cabo un balance de todas las buenas acciones y las malas del
hombre en este mundo; otro, saca la cuenta de sus días; el tercero es
aquel que constantemente ha estado con el hombre, desde el periodo en
que estaba encerrado en el vientre de su madre.
Como se ha dicho, la condena se calma sólo cuando "ellos se llevaron a Jonás" [íbid. 1:
15], cuando ellos conducen al hombre de su hogar al sitio de su
entierro. Luego se lanza una proclama en relación con él que, en caso
de que haya llevado una vida justa, dice: ¡Alabada sea la imagen del
Rey! "El consiguió la paz, descansen en sus lechos todos aquellos que
se cruzaron por su camino del bien" [Isa.
57:
2]. Pero para un hombre malo, cuando muere, la proclama es: i
Desgraciado es este hombre, no debía haber nacido! Respecto de este
tipo de hombre, está escrito: "Y lo arrojó al mar; y cesó la furia del
mar" [Jonás 1: 15], lo cual significa que la condena cesará en su furia
sólo una vez que lo hayan bajado a su tumba que es el sitio del juicio.
Y, en verdad, el pez que se tragó a J onás es la tumba; y "J onás
estuvo en el vientre del pez" [íbid. 2: 1], que se identifica con "el vientre del inframundo" como lo vemos en el pasaje: "Desde el vicntre del inframundo clamé yo" [íbid. 2: 3].
"Tres días y tres noches" [íbid. 2:
1], que se refiere a los tres días que un hombre permanece en la tumba
antcs de que su vientre se derruya. Al final del tercer día, deja salir
su putrefacción en el rostro diciendo: Recibe nucvamente aquello que
pusiste en mí; todo el día tú comiste y bebiste, nunca diste nada a los
pobres; como días fcstivos y de descanso fueron todos tus días, pero
los necesitados no compartieron tu comida y permanecieron hambrientos.
Recibe nuevamente aquello que pusiste en mí...
Y
una vez transcurridos tres días más, el hombre es castigado en cada
órgano, en los ojos, las manos, los pies. Pues durante treinta días el
alma y el cuerpo reciben castigos juntos. Por eso el alma se demora
durante este tiempo en la tierra y no asciende hasta su esfera, como
una mujer a la que se aisla durante el periodo de su impureza.
Entonces
el alma asciende y el cuerpo continúa consumiéndose en la tierra y ahí
yacerá hasta la hora en que el Ser Supremo, bendito sea, haga que los
muertos se levanten. En ese momento, una voz tronará por entre las
tumbas y proclamará: "Despierten y canten, ustedes los que habitan el
polvo -pues su rocío es como el rocío de la luz- y la tierra dará vida
a las tinieblas" [refaim, Isa. 26: 19]. Esto será cuando el Angel de la Muerte
desaparezca del mundo, como está escrito: "El tragará la muerte para
siempre; y el Señor Dios secará las lágrimas de todos los rostros; y el
reproche de su gente El hará desaparecer de toda la tierra entera" [íbid. 25: 8].
Es
a ese acontecimiento al que se alude con las palabras: "Y el Señor
habló con el pez y éste vomitó a Jonás en la tierra seca" (Jonás 2:
11]; cuando las tumbas escuchen el clamor de dicha voz puntualmente
arrojarán los cadáveres que en ellas yacían. Y los muertos asumirán su
prístina condición corporal, tal como lo indica la palabra refaim [tinieblas] que se relaciona con rafah [curación]...
Así
pues, vemos que la historia de aquel pez lleva consigo palabras de
solaz para el mundo entero. Murió cuando acababa de tragar a Jonás; así
y.todo, fue vuelto a la vida tres días después y lo vomitó. Y de modo
parecido, en el futuro, la tierra de Israel primero será llevada a una
nueva vida, y luego "la tierra dará vida a las tinieblas".
En El Zohar, Libro del Esplendor, selección y traducción de Gershom Scholem
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Rubén Patrizi <patrizi.ruben@gmail.com > escribió: Blog de Junio, 2007
Después de un tiempo/ enviado...
Museos/ El triàngulo Español...
Pintores venezolanos
Serie Cuento/ La casa de la...
Artículo/ Anabel Guerrero/...
Concurso Juan Rulfo 2007/Cuento...
Recomenrdación de la Cruz...
Serie >poesía/Argentina/ En...
Serie Por nuestros Cerros/Camino...
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Serie poesía/U.S.A./Cuando...
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NO DECLARADAS
Hijo de una madre no declarada
nieto de una abuela no declarada
hermano de una hermana no declarada
tuve una novia no declarada
tanto como, luego, una esposa
no declarada
y, aún más tarde, una amante
que nunca declaré
Soy el justo envase
de las sustancias inasumidas
Inasumida sustancia
yo
de aquellos primordiales y subsecuentes
justos
envases.
Rolando Revagliatti
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Número Especial Publicaciones
Poesías + Relatos + Imágenes de culturas originarias de América
Agradecemos la difusión de nuestra revista...Hasta el próximo número!!!
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Divagando tarde la tarde.
A veces,
me lloro el verano entre gabiotas ausentes
e invoco al invierno entre las nubes, cuando
el dolor recuerda tanta imprudencia
cuando la soledad termina de precipitarse
a veces,
cuando en pleno dia lleno de sol
se nubla el tiempo entre los cristales,
cuando se caé el silencio entre voces-
gritos impregnados de banalidades
...y
a veces,
desde algún prisma exortado del tiempo
se arma un nido de interrogantes
y emprende vuelo la desolación.
Matchornicova
02.07.2007
Austria
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http://www.megaone.com/cantoria/sopranos/matchornicova.htm
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RELOJES DE AGUA...
LA CLEPSIDRA JUNTO A LA CAMA*
Otro territorio, de camillas, sillas de rueda, gente que habla bajo, enfermeras que gritan. Viejos, viejos acostados, sentados, viejos que boca abierta se mueren de a poco o a borbotones.
Corredores, puertas con números, puertas con letras, escaleras y ascensores, laberintos para gente que no quiere llegar o no puede irse. Olor a hervido, olor a desinfectante. Personas que llevan bolsas, carteras, papeles, hormigas de cara inexpresiva y misterioso derrotero. Que se cruzan sin percatarse del aire de familia que nos da el oficio de visitantes o cuidadores. Carceleros a veces.
Cuarto en penumbras, puerta entornada, la nítida charla de las enfermeras que cuentan del marido que tiene las vértebras aplastadas de llevar las bolsas de cemento en la cabeza, de las milanesas en la heladera, del perro, que come las cáscaras de papa que son tan buenas para algo, quizás el pelo. Y en el cuarto los viejos respirando trabajosamente, dormidos los tres, acomodando la garganta con carrasperas que no los despiertan. Bocas desdentadas. Suero goteando cristalino, marcando el tiempo que no transcurre en los relojes. Clepsidras al fin y al cabo, relojes de agua y agonías transparentes.
Mi padre convertido en un cuerpo con ojos grandes. Mi padre desnudo sobre la cama, mientras la enfermera le pone los pañales. Desvalidos todos de pronto.
Médicos misteriosos. Llega y parte la divinidad sin aviso y sin huellas. Ordenan un poco el caos como si fuese cierto que ordenan algo. Vanas las súplicas, hay mandatos incognoscibles, nombres extraños de extraños aparatos agazapados en los pisos de abajo.
Cuerpos que ensucian. Termómetro único, tensiómetro alarmante. Calor sofocante en un aire compartido. Extrañeza es la palabra. Todos quieren volver a casa. A casa. Esperamos el alta como sea y no importa salir igual que se ingresó. La cosa es escapar.
Mujeres, siempre mujeres al pie de la cama. El duro mandato de estar ahí y hacer como que una supiera. El deseo de que cuando pase algo esté algún otro. Y estar ahí justo cuando una quisiera haber huído.
Los viejos que se mueren de a poco o a borbotones.
La pregunta. La pregunta de si estaré yo en esa cama. El horror por el futuro.
Ese olor a hospital que se pega a los sueños mientras las enfermeras hablan del hijo que pesa ciento veinte kilos y no va al gimnasio. La visita del hombre de la otra cama, las bromas repetidas ¿esta noche va al baile?
No, esta noche nadie va a bailar.
*de Mónica Russomanno. russomannomonica@ hotmail.com
Cuento corto*
En sus cuentos -me refiero a mi hija-, que son breves, hay misterio, suspenso. Y siempre mata a alguien. Acababa de leerme el último, y en ese, moría el protagonista. Le dije: ¿Por qué no hacés que siga vivo? Ella me explicó: No me salía, no sabía cómo continuar, me cansé y, además, ya estuve mucho rato. Le sugerí: Seguí escribiéndolo mañana. Dijo: No; porque es un cuento corto.
*de Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar
http://www.revagliatti.com.ar
Nostálgico animal*
Nostálgico animal que como yo te atreves
a la inmensa grandeza del deseo
de mirar con ternura hacia el pasado
sabiéndolo ya muerto
ya marchito.
Nostálgico animal que como yo te asumes
catarata de luz despedazada
y anhelas la llegada de la noche
para fundir tu llanto con las sombras.
Nostálgico animal que como yo te entregas
al censo de mañanas y tardes ya perdidas
cuando trenzando el aire fuimos brisa,
fuimos nido trinchera bosque río.
Nostálgico animal que como yo agonizas
frente al paso del tiempo.
Cada hora
te aleja de mis ojos.
Cada hora
me hiere en el silencio inhabitado.
Nostálgico animal que como yo confiesas
con un hilo de pena tu derrota
y como yo te apagas y apagas y sumerges
en ese oscuro mar que es la apatía.
Nostálgico animal cargado de tristeza,
de tristeza fatal como un labio tronchado,
como un viento funesto de tragedia,
como un cielo abrasado por los rayos.
Pero una luz de fuego,
fundiendo tu pupila con los cielos,
estalla en mi retina.
¡Despierta, anda, combate!
Aún es posible andar hacia adelante.
Allende el calendario alguien espera
ecos de nuestros pasos en la arena.
Zaragoza, 1990.
*Sergio Borao Llop sergiobllop@yahoo.es
ACERCA DE LOS "EXCEPCIONALES"
"Yo merezco un trato especial"*
Hay personas que, por sentir que han recibido determinados perjuicios en su infancia, actúan como si se les adeudara un trato privilegiado, ya que son "excepcionales". Claro que esta posición subjetiva es difícil de sostener.
Por Norberto Giarcovich *
En los tres ensayos que Freud escribió bajo el título "Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico", se interroga sobre ciertas conductas que resultan sorprendentes y que tienen un rasgo en común: no soportan alcanzar el éxito. De estos tres ensayos, los dos últimos -"Los que fracasan cuando triunfan" y "Los que delinquen por conciencia de culpa"- fueron los que llamaron más la atención, ya sea porque aportaron una nueva lectura del acto delictivo o porque el sentimiento de culpa inconsciente dio cuenta de esos "fracasos" que hasta ese momento resultaban inexplicables. El restante, denominado "Las excepciones", pasó más desapercibido y se diferencia de los anteriores, entre otros motivos, porque no se encuentra en las manifestaciones de los sujetos allí descriptos culpa alguna. Freud
describe allí un tipo muy particular de carácter que solemos encontrar a veces en la experiencia, el de aquellos que se sienten víctimas, que están aferrados a privilegios y se niegan a resignarlos; son personas que suponen que la vida les debe algo, por lo tanto se ubican de una manera opuesta a "Los que fracasan...", ya que estos últimos siempre están en deuda.
Este lugar privilegiado les genera complicaciones, por ejemplo cuando intentan comenzar un análisis, debido a que en su demanda predominan los reclamos al analista; suponen que éste debería darles la solución a sus problemas sin que ellos hagan nada para conseguirlo. Freud señala lo difícil del trabajo psicoanalítico cuando, al tratar a estos pacientes, tiene que instarlos a que renuncien a una ganancia de placer fácil o inmediata frente a la promesa de hallar otra más segura aunque pospuesta. Se ve llevado a aclarar que, a diferencia de la religión, no pide la renuncia a todo placer sino sólo de aquellas satisfacciones a las que inevitablemente sigue un perjuicio. Pese a esto, la respuesta que obtiene es la siguiente: dicen que ya han sufrido bastante y que tienen derecho a ser excusados, que son excepciones y que van a seguir siéndolo.
En realidad, la primera parte de sus explicaciones pareciera acercarse al comienzo de una melancolía (en la condición de víctimas) o incluso de una paranoia (en la condición de perjudicados), pero lo propio del caso es que no se quejan en absoluto ni acusan a otros de perjudicarlos, sino que exigen privilegios.
Si bien para cualquiera resultaría tentador presentarse como una excepción y reclamar privilegios sobre los demás, hace falta algún fundamento particular para que esto pueda justificarse. La justificación puede brindarla el haber padecido alguna enfermedad o haber sufrido un daño importante en la primera infancia, que a posteriori fue estimado como un injusto perjuicio inferido a su persona. Luego, plantea Freud, los privilegios que se arrogaron, y la rebeldía que se suscitó, agudizaron los conflictos que más tarde llevaron al estallido de la neurosis.
Freud presenta sucintamente dos casos donde lo expuesto se vio corroborado: una paciente había sufrido un doloroso padecimiento orgánico, que sobrellevaba con resignación pero, cuando se enteró de que era una afección hereditaria, se alzó en rebeldía; un joven, que se creía tutelado por una Providencia particular, había sido, de lactante, víctima de una infección que le había trasmitido la nodriza y, por el resto de sus días, vivió de sus reclamos de resarcimiento, sin saber ni por asomo el fundamento de su pretensión.
Freud no comunica mucho más de esas historias; tampoco profundizará, como dice, en la sugerente analogía entre "la deformación del carácter tras un prolongado achaque en la infancia y la conducta de pueblos enteros", analogía que sin duda remite al trauma. En cambio, aclara, la pretensión de
excepcionalidad se enlaza íntimamente con los factores del daño congénito y es motivada por este último, como ocurre en la tragedia de Shakespeare Vida y muerte del rey Ricardo III.
Allí, en el monólogo introductorio, Ricardo, duque de Gloucester, dice que, al no poder actuar como amante, al haber sido temprana y arteramente perjudicado por la Naturaleza, privado de la bella proporción, sin poder cortejar un amoroso espejo, se ha resuelto a actuar como villano. Vemos
plasmada en estas afirmaciones una suerte de reivindicación por un daño sufrido tempranamente, aunque nada de ello parece justificar la decisión de actuar como villano. ¿Cuál es, entonces, el estatuto de ese daño congénito que suministra motivos para suponerse una excepción?
En lo que hace a su valor patogénico, un determinismo orgánico congénito puede ser asimilado a una fijación, aunque la diferencia mayor radica en que la fijación deja siempre lugar para lo traumático, lo que puede ser evocado históricamente y traducido en huellas psíquicas, mientras que la rebeldía
frente a lo congénito puede ser, en el fondo, el rechazo a un determinismo familiar cuyo origen siempre es mítico.
La obra teatral a la que Freud nos envía ocupa el lugar de un mito, en tanto inscribe poéticamente algo que opera en el límite y muestra crudamente dos manifestaciones de lo fálico: el defecto y el exceso. El primero estaría representado por el daño que sufrió Ricardo en forma temprana, mientras que el segundo, el exceso, aparece cuando él procura por todos los medios que lo nombren rey, aunque no le corresponda.
En este ejemplo encontramos descriptos tres puntos principales que caracterizan a las excepciones: 1) el perjuicio ocurrido en su infancia (común), que provocó resignación; 2) un daño congénito (excepcional), que desató la rebeldía; 3) el reclamo de privilegios.
Con respecto al primero, Freud afirma que los motivos por los cuales este villano obtiene las simpatías del lector residen en esa idea de desdicha, común en nuestra infancia, precisamente por haber sufrido afrentas en nuestro narcisismo. El perjuicio ocurrido en la infancia se relaciona entonces con la caída del ideal, de esa supuesta perfección que se gozó una vez y se perdió por efecto de la castración. Freud se detiene en este punto, y afirma que Ricardo es una magnificación gigantesca de este aspecto que
descubrimos también en cada uno de nosotros.
No lo somos
Esta interpretación de Ricardo III aclara la causa del primero de los reclamos, pero, al mismo tiempo, genera las mayores dificultades para ubicar la estructura de lo que está describiendo. Tratándose del ideal del yo, del intento para recuperar la perfección perdida del yo ideal, entenderíamos que se refiere a los dos narcisismos, lo cual remite al campo de las depresiones, con predominio del registro imaginario. Sin embargo, la insistencia de Freud en el segundo punto, en el daño congénito como un
suceso que efectivamente ocurrió, más el hecho de que, en Ricardo, no encontramos el menor vestigio de depresión, avala la presunción de que también queda incluido algo real.
Cuando Freud alude a Ricardo III, no trata sólo de eso que nos pasa a "cada uno" de nosotros: querer ser una excepción (lo cual deja en claro que no lo somos); se refiere a aquellos que, como Ricardo, sí se comportan como si fueran una excepción.
Ese daño sufrido tempranamente remite a una afrenta que, cuando ocurrió, no se estaba preparado para recibirla, lo cual presenta una cierta similitud con el trauma. Además, el hecho de que las excepciones manifiesten su rebeldía cuando descubren que ese daño es congénito, pone de manifiesto un rechazo a aceptar quedar ubicados dentro de determinada cadena generacional.
Esto que, en el relato del paciente, aparece en segunda instancia, puede estar en verdad en primer término y operar luego como un equivalente imaginario de la castración.
En los sueños infantiles encontramos una diferencia entre los conflictos producidos por el sentimiento de culpa inconsciente y aquello que es producto de algo real. Freud va a plantear dos "excepciones" a la tendencia de la realización del deseo del sueño: la aparente y la efectiva. La excepción aparente va a estar dada por los sueños punitorios, generados por el sentimiento de culpa inconsciente, mientras que la excepción efectiva va a ser producto de una neurosis traumática.
Estos sueños que reproducen el trauma generan un montón de angustia tal que llevan al despertar, y su objetivo no es el cumplimiento de deseo sino provocar esa angustia que faltó cuando el trauma se produjo.
Así, en las excepciones se hace referencia, tanto a la frustración, producto de un daño imaginario, como a un daño efectivo, equiparable a aquello que Freud interrogó en las neurosis de guerra. Un exceso de libido que el aparato psíquico no pudo asimilar, situado en esa etapa precoz, donde "aún no se estaba preparado".
En este sentido, deja de tener importancia comprobar si el hecho efectivamente ocurrió o no. De lo real sólo restará su huella mnémica, y no necesariamente un daño físico; de lo imaginario, quedarán las
reivindicaciones.
A su vez, el sujeto intentará recuperar el dominio sobre ese estímulo cumpliendo una función que es independiente del principio del placer, más originaria, tratando de ligar esas impresiones a través de la compulsión de repetición. Resta indagar la llegada de la neurosis.
Freud entiende que el hecho de persistir en el reclamo de privilegios, la no aceptación de ser uno más entre todos, es lo que lleva al estallido de la neurosis. Es evidente que esta posición "privilegiada" de las excepciones es difícil de sostener, al tiempo que potencia su rebeldía y aislamiento.
Aislamiento que puede ser uno de los componentes que llevan a contraer la enfermedad, al conducirlo a la frustración duradera de la satisfacción, a un estancamiento e introversión de la libido cuyas fijaciones infantiles entrarían en conflicto con la realidad.
Estos casos de "frustración duradera de la satisfacción" conllevan un componente inhibitorio que termina por reproducir el hecho traumático en el punto de "nunca estar preparado".
Sin embargo, en Ricardo III no nos encontramos con una fijación de características negativas, sino, en todo caso, positivas, donde la escena que se repite compulsivamente presenta algunas modificaciones respecto de la original. En ella, el sujeto ya no está padeciendo sino que hace padecer a los otros, y no sufre algo injustamente sino que se siente justificado para alcanzar sus objetivos por cualquier medio.
Vemos que en esta repetición se produjo una inversión en los términos; sin embargo, esto no le posibilita al sujeto una salida del conflicto sino que, en cierto modo, lo reproduce. Ricardo, al eliminar no sólo a sus rivales sino también a su mujer, a aliados y colaboradores, termina por quedar tan aislado como al principio. Incluso, al imputar sistemáticamente la causa de sus padecimientos al daño sufrido tempranamente, queda en una posición que supone poseer "un saber" sobre la verdad que se contrapone con el "no saber" del inconsciente, lo cual lo condena, como veíamos, a reproducir lo padecido o a hacerlo padecer a los demás.
El hecho de que Freud, para hablar de las excepciones, proponga una obra literaria, avala la hipótesis de que se trata de algo primario. Al mismo tiempo, si decimos que Ricardo remeda el trauma y éste es previo al Edipo, no afirmamos que es exterior al mismo. Cuando Freud recurre a Shakespeare para dar sustento a su conjetura, utiliza la tragedia moderna en lugar de la antigua y pone en juego la Condena en vez del Destino.
Ricardo III da cuenta del Edipo de manera atípica; prepara el terreno, pero no tratará allí la deuda simbólica sino el daño imaginario. Sus demandas serán compulsivas, sus exigencias desenfrenadas, sin ley ni culpa, y la rivalidad lo transformará en el verdugo de sus hermanos.
Esta crisis de la ley, matanza entre hermanos, es precisamente lo que Shakespeare describe que ocurría en Inglaterra durante la Guerra de las Rosas.
Al finalizar el trabajo, Freud indica que la excepción atañe también a las mujeres y es una posición específicamente femenina. Sus pretensiones a ciertas prerrogativas descansan en el mismo fundamento "congénito": haberse sentido perjudicadas en su infancia por haber nacido niñas y no varones, es decir que, para Freud, la cuestión de la "excepción" se juega en el complejo de castración.
* El texto completo, titulado "Las excepciones", se publicó en Conjetural, revista Psicoanalítica, Nº 45.
*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-86876-2007-06-21.html
La isla a mediodía*
*de Julio Cortázar
La primera vez que vio la isla, Marini estaba cortésmente inclinado sobre los asientos de la izquierda, ajustando la mesa de plástico antes de instalar la bandeja del almuerzo. La pasajera lo había mirado varias veces mientras él iba y venía con revistas o vasos de whisky; Marini se demoraba ajustando la mesa, preguntándose aburridamente si valdría la pena responder a la mirada insistente de la pasajera, una americana de las muchas, cuando en el óvalo azul de la ventanilla entró el litoral de la isla, la franja
dorada de la playa, las colinas que subían hacia la meseta desolada.
Corrigiendo la posición defectuosa del vaso de cerveza, Marini sonrió a la pasajera. «Las islas griegas», dijo. «Oh, yes, Greece», repuso la americana con un falso interés. Sonaba brevemente un timbre y el steward se enderezó sin que la sonrisa profesional se borrara de su boca de labios finos. Empezó
a ocuparse de un matrimonio sirio que quería jugo de tomate, pero en la cola del avión se concedió unos segundos para mirar otra vez hacia abajo; la isla era pequeña y solitaria, y el Egeo la rodeaba con un intenso azul que exaltaba la orla de un blanco deslumbrante y como petrificado, que allá abajo sería espuma rompiendo en los arrecifes y las caletas. Marini vio que las playas desiertas corrían hacia el norte y el oeste, lo demás era la montaña entrando a pique en el mar. Una isla rocosa y desierta, aunque la mancha plomiza cerca de la playa del norte podía ser una casa, quizá un grupo de casas primitivas. Empezó a abrir la lata de jugo, y al enderezarse la isla se borró de la ventanilla; no quedó más que el mar, un verde horizonte interminable. Miró su reloj pulsera sin saber por qué; era exactamente mediodía.
A Marini le gustó que lo hubieran destinado a la línea Roma-Teherán, porque el paisaje era menos lúgubre que en las líneas del norte y las muchachas parecían siempre felices de ir a Oriente o de conocer Italia. Cuatro días después, mientras ayudaba a un niño que había perdido la cuchara y mostraba desconsolado el plato del postre, descubrió otra vez el borde de la isla.
Había una diferencia de ocho minutos pero cuando se inclinó sobre una ventanilla de la cola no le quedaron dudas; la isla tenía una forma inconfundible, como una tortuga que sacara apenas las patas del agua. La miró hasta que lo llamaron, esta vez con la seguridad de que la mancha plomiza era un grupo de casas; alcanzó a distinguir el dibujo de unos pocos campos cultivados que llegaban hasta la playa. Durante la escala de Beirut miró el atlas de la stewardess, y se preguntó si la isla no sería Horos. El
radiotelegrafista, un francés indiferente, se sorprendió de su interés.
«Todas esas islas se parecen, hace dos años que hago la línea y me importan muy poco. Sí, muéstremela la próxima vez.» No era Horos sino Xiros, una de las muchas islas al margen de los circuitos turísticos. «No durará ni cinco años», le dijo la stewardess mientras bebían una copa en Roma. «Apúrate si
piensas ir, las hordas estarán allí en cualquier momento, Gengis Cook vela.»
Pero Marini siguió pensando en la isla, mirándola cuando se acordaba o había una ventanilla cerca, casi siempre encogiéndose de hombros al final. Nada de eso tenía sentido, volar tres veces por semana a mediodía sobre Xiros era tan irreal como soñar tres veces por semana que volaba a mediodía sobre
Xiros. Todo estaba falseado en la visión inútil y recurrente; salvo, quizá, el deseo de repetirla, la consulta al reloj pulsera antes de mediodía, el breve, punzante contacto con la deslumbradora franja blanca al borde de un azul casi negro, y las casas donde los pescadores alzarían apenas los ojos
para seguir el paso de esa otra irrealidad.
Ocho o nueve semanas después, cuando le propusieron la línea de Nueva York con todas sus ventajas, Marini se dijo que era la oportunidad de acabar con esa manía inocente y fastidiosa. Tenía en el bolsillo el libro donde un vago geógrafo de nombre levantino daba sobre Xiros más detalles que los habituales en las guías. Contestó negativamente, oyéndose como desde lejos, y después de sortear la sorpresa escandalizada de un jefe y dos secretarias se fue a comer a la cantina de la compañía donde lo esperaba Carla. La desconcertada decepción de Carla no lo inquietó; la costa sur de Xiros era inhabitable pero hacia el oeste quedaban huellas de una colonia lidia o quizá cretomicénica, y el profesor Goldmann había encontrado dos piedras talladas con jeroglíficos que los pescadores empleaban como pilotes del
pequeño muelle. A Carla le dolía la cabeza y se marchó casi enseguida; los pulpos eran el recurso principal del puñado de habitantes, cada cinco días llegaba un barco para cargar la pesca y dejar algunas provisiones y géneros.
En la agencia de viajes le dijeron que habría que fletar un barco especial desde Rynos, o quizá se pudiera viajar en la falúa que recogía los pulpos, pero esto último sólo lo sabría Marini en Rynos donde la agencia no tenía corresponsal. De todas maneras la idea de pasar unos días en la isla no era
más que un plan para las vacaciones de junio; en las semanas que siguieron hubo que reemplazar a White en la línea de Túnez, y después empezó una huelga y Carla se volvió a casa de sus hermanas en Palermo. Marini fue a vivir a un hotel cerca de Piazza Navona, donde había librerías de viejo; se entretenía sin muchas ganas en buscar libros sobre Grecia, hojeaba de a ratos un manual de conversación. Le hizo gracia la palabra kalimera y la ensayó en un cabaret con una chica pelirroja, se acostó con ella, supo de su abuelo en Odos y de unos dolores de garganta inexplicables. En Roma empezó a llover, en Beirut lo esperaba siempre Tania, había otras historias, siempre parientes o dolores; un día fue otra vez a la línea de Teherán, la isla a mediodía. Marini se quedó tanto tiempo pegado a la ventanilla que la nueva
stewardess lo trató de mal compañero y le hizo la cuenta de las bandejas que llevaba servidas. Esa noche Marini invitó a la stewardess a comer en el Firouz y no le costó que le perdonaran la distracción de la mañana. Lucía le aconsejó que se hiciera cortar el pelo a la americana; él le habló un rato de Xiros, pero después comprendió que ella prefería el vodka-lime del Hilton. El tiempo se iba en cosas así, en infinitas bandejas de comida, cada una con la sonrisa a la que tenía derecho el pasajero. En los viajes de
vuelta el avión sobrevolaba Xiros a las ocho de la mañana; el sol daba contra las ventanillas de babor y dejaba apenas entrever la tortuga dorada; Marini prefería esperar los mediodías del vuelo de ida, sabiendo que entonces podía quedarse un largo minuto contra la ventanilla mientras Lucía
(y después Felisa) se ocupaba un poco irónicamente del trabajo. Una vez sacó una foto de Xiros pero le salió borrosa; ya sabía algunas cosas de la isla, había subrayado las raras menciones en un par de libros. Felisa le contó que los pilotos lo llamaban el loco de la isla, y no le molestó. Carla acababa de escribirle que había decidido no tener el niño, y Marini le envió dos sueldos y pensó que el resto no le alcanzaría para las vacaciones. Carla aceptó el dinero y le hizo saber por una amiga que probablemente se casaría
con el dentista de Treviso. Todo tenía tan poca importancia a mediodía, los lunes y los jueves y los sábados (dos veces por mes, el domingo).
Con el tiempo fue dándose cuenta de que Felisa era la única que lo comprendía un poco; había un acuerdo tácito para que ella se ocupara del pasaje a mediodía, apenas él se instalaba junto a la ventanilla de la cola.
La isla era visible unos pocos minutos, pero el aire estaba siempre tan limpio y el mar la recortaba con una crueldad tan minuciosa que los más pequeños detalles se iban ajustando implacables al recuerdo del pasaje anterior: la mancha verde del promontorio del norte, las casas plomizas, las redes secándose en la arena. Cuando faltaban las redes Marini lo sentía como un empobrecimiento, casi un insulto. Pensó en filmar el paso de la isla, para repetir la imagen en el hotel, pero prefirió ahorrar el dinero de la
cámara ya que apenas le faltaba un mes para las vacaciones. No llevaba demasiado la cuenta de los días; a veces era Tania en Beirut, a veces Felisa en Teherán, casi siempre su hermano menor en Roma, todo un poco borroso, amablemente fácil y cordial y como reemplazando otra cosa, llenando las horas antes o después del vuelo, y en el vuelo todo era también borroso y fácil y estúpido hasta la hora de ir a inclinarse sobre la ventanilla de la cola, sentir el frío cristal como un límite del acuario donde lentamente se movía la tortuga dorada en el espeso azul.
Ese día las redes se dibujaban precisas en la arena, y Marini hubiera jurado que el punto negro a la izquierda, al borde del mar, era un pescador que debía estar mirando el avión. «Kalimera», pensó absurdamente. Ya no tenía sentido esperar más, Mario Merolis le prestaría el dinero que le faltaba
para el viaje, en menos de tres días estaría en Xiros. Con los labios pegados al vidrio, sonrió pensando que treparía hasta la mancha verde, que entraría desnudo en el mar de las caletas del norte, que pescaría pulpos con los hombres, entendiéndose por señas y por risas. Nada era difícil una vez
decidido, un tren nocturno, un primer barco, otro barco viejo y sucio, la escala en Rynos, la negociación interminable con el capitán de la falúa, la noche en el puente, pegado a las estrellas, el sabor del anís y del carnero, el amanecer entre las islas. Desembarcó con las primeras luces, y el capitán lo presentó a un viejo que debía ser el patriarca. Klaios le tomó la mano izquierda y habló lentamente, mirándolo en los ojos. Vinieron dos muchachos y Marini entendió que eran los hijos de Klaios. El capitán de la falúa
agotaba su inglés: veinte habitantes, pulpos, pesca, cinco casas, italiano visitante pagaría alojamiento Klaios. Los muchachos rieron cuando Klaios discutió dracmas; también Marini, ya amigo de los más jóvenes, mirando salir el sol sobre un mar menos oscuro que desde el aire, una habitación pobre y
limpia, un jarro de agua, olor a salvia y a piel curtida.
Lo dejaron solo para irse a cargar la falúa, y después de quitarse a manotazos la ropa de viaje y ponerse un pantalón de baño y unas sandalias, echó a andar por la isla. Aún no se veía a nadie, el sol cobraba lentamente impulso y de los matorrales crecía un olor sutil, un poco ácido mezclado con
el yodo del viento. Debían ser las diez cuando llegó al promontorio del norte y reconoció la mayor de las caletas. Prefería estar solo aunque le hubiera gustado más bañarse en la playa de arena; la isla lo invadía y lo gozaba con una tal intimidad que no era capaz de pensar o de elegir. La piel le quemaba de sol y de viento cuando se desnudó para tirarse al mar desde una roca; el agua estaba fría y le hizo bien; se dejó llevar por corrientes insidiosas hasta la entrada de una gruta, volvió mar afuera, se abandonó de espaldas, lo aceptó todo en un solo acto de conciliación que era también un nombre para el futuro. Supo sin la menor duda que no se iría de la isla, que de alguna manera iba a quedarse para siempre en la isla. Alcanzó a imaginar a su hermano, a Felisa, sus caras cuando supieran que se había quedado a vivir de la pesca en un peñón solitario. Ya los había olvidado cuando giró sobre sí mismo para nadar hacia la orilla.
El sol lo secó enseguida, bajó hacia las casas donde dos mujeres lo miraron asombradas antes de correr a encerrarse. Hizo un saludo en el vacío y bajó hacia las redes. Uno de los hijos de Klaios lo esperaba en la playa, y Marini le señaló el mar, invitándolo. El muchacho vaciló, mostrando sus pantalones de tela y su camisa roja. Después fue corriendo hacia una de las casas, y volvió casi desnudo; se tiraron juntos a un mar ya tibio, deslumbrante bajo el sol de las once.
Secándose en la arena, Ionas empezó a nombrar las cosas. «Kalimera», dijo Marini, y el muchacho rió hasta doblarse en dos. Después Marini repitió las frases nuevas, enseñó palabras italianas a Ionas. Casi en el horizonte, la falúa se iba empequeñeciendo; Marini sintió que ahora estaba realmente solo
en la isla con Klaios y los suyos. Dejaría pasar unos días, pagaría su habitación y aprendería a pescar; alguna tarde, cuando ya lo conocieran bien, les hablaría de quedarse y de trabajar con ellos. Levantándose, tendió la mano a Ionas y echó a andar lentamente hacia la colina. La cuesta era
escarpada y trepó saboreando cada alto, volviéndose una y otra vez para mirar las redes en la playa, las siluetas de las mujeres que hablaban animadamente con Ionas y con Klaios y lo miraban de reojo, riendo. Cuando llegó a la mancha verde entró en un mundo donde el olor del tomillo y de la salvia era una misma materia con el fuego del sol y la brisa del mar. Marini miró su reloj pulsera y después, con un gesto de impaciencia, lo arrancó de la muñeca y lo guardó en el bolsillo del pantalón de baño. No sería fácil
matar al hombre viejo, pero allí en lo alto, tenso de sol y de espacio, sintió que la empresa era posible. Estaba en Xiros, estaba allí donde tantas veces había dudado que pudiera llegar alguna vez. Se dejó caer de espaldas entre las piedras calientes, resistió sus aristas y sus lomos encendidos, y miró verticalmente el cielo; lejanamente le llegó el zumbido de un motor.
Cerrando los ojos se dijo que no miraría el avión, que no se dejaría contaminar por lo peor de sí mismo, que una vez más iba a pasar sobre la isla. Pero en la penumbra de los párpados imaginó a Felisa con las bandejas, en ese mismo instante distribuyendo las bandejas, y su reemplazante, tal vez Giorgio o alguno nuevo de otra línea, alguien que también estaría sonriendo mientras alcanzaba las botellas de vino o el café. Incapaz de luchar contra tanto pasado abrió los ojos y se enderezó, y en el mismo momento vio el ala derecha del avión, casi sobre su cabeza, inclinándose inexplicablemente, el cambio de sonido de las turbinas, la caída casi vertical sobre el mar. Bajó a toda carrera por la colina, golpeándose en las rocas y desgarrándose un brazo entre las espinas. La isla le ocultaba el lugar de la caída, pero torció antes de llegar a la playa y por un atajo previsible franqueó la primera estribación de la colina y salió a la playa más pequeña. La cola del avión se hundía a
unos cien metros, en un silencio total. Marini tomó
impulso y se lanzó al agua, esperando todavía que el avión volviera a flotar; pero no se veía más que la blanda línea de las olas, una caja de cartón oscilando absurdamente cerca del lugar de la caída, y casi al final, cuando ya no tenía sentido seguir nadando, una mano fuera del agua, apenas un instante, el tiempo para que Marini cambiara de rumbo y se zambullera hasta atrapar por el pelo al hombre que luchó por aferrarse a él y tragó roncamente el aire que Marini le dejaba respirar sin acercarse demasiado.
Remolcándolo poco a poco lo trajo hasta la orilla, tomó en brazos el cuerpo vestido de blanco, y tendiéndolo en la arena miró la cara llena de espuma donde la muerte estaba ya instalada, sangrando por una enorme herida en la garganta. De qué podía servir la respiración artificial si con cada
convulsión la herida parecía abrirse un poco más y era como una boca repugnante que llamaba a Marini, lo arrancaba a su pequeña felicidad de tan pocas horas en la isla, le gritaba entre borbotones algo que él ya no era capaz de oír. A toda carrera venían los hijos de Klaios y más atrás las mujeres. Cuando llegó Klaios, los muchachos rodeaban el cuerpo tendido en la arena, sin comprender cómo había tenido fuerzas para nadar a la orilla y arrastrarse desangrándose hasta ahí. «Ciérrale los ojos», pidió llorando una
de las mujeres. Klaios miró hacia el mar, buscando algún otro sobreviviente.
Pero como siempre estaban solos en la isla, y el cadáver de ojos abiertos era lo único nuevo entre ellos y el mar.
*FUENTE: http://www.juliocortazar.com.ar/cuentos/laisla.htm
*
Queridas amigas, queridos amigos:
El domingo 24 de junio del 2007 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor uruguayo Daniel Stefani. Las poesías que leeremos pertenecen a Saturnino Rodríguez Riverón (Cuba) y la música de fondo será de Llaqtaymanta (Andes).
¡Les deseamos una feliz audición!
ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!
REPETICIÓN: ¡La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Cordial saludo!
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com
Schießstattstr. 44 A-5020 Salzburg
AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067
*
Reescribiendo noticias. Una invitación permanente y abierta a rastrear noticias y reescribirlas en clave poética y literaria. Cuando menciono noticias, me refiero a aquellas que nos estrujan el corazón. Que nos parten el alma en pedacitos. A las que expresan mejor y más claramente la injusticia social. El mecanismo de participación es relativamente simple. Primero seleccionar la noticia con texto completo y fuente. (indispensable) y luego reescribirla literariamente en un texto -en lo posible- ultra breve (alrededor de 2000 caracteres).
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Con el motivo de A?o de Yalal ud-Din Rum? declarado por la UNESCO por el 8? siglo de su nacimiento
la Casa Encendida mediante una iniciativa sin precedente organiza la oportunidad ?nica de
Taller y concierto de M?sica y Poes?a Sufi
impardido por la prestigiosa poetiza y traductora
Clara Janés y Ahmad Taheri y maestros de m?sica como Javid Afsari Rad y Behnam y
Reza Samani.
El taller tendr? lugar entre los d?as 10 y 13 julio y en el ?ltimo d?a disfrutamos de la actuaci?n de los maestros.
La plazas l?mitadas.
Inscripci?n: Casa Encendida : Ronda de Valencia, 2
Tel: 91 602 46 41 91-506 38 78
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El taller unir? tanto elementos de la m?sica como de la poes?a suf?, siguiendo la trayectoria de la poes?a sufi persa a lo largo de los siglos, con sus figuras destacadas, abordando la vida y obras de Rum?: Divan Shams, Masnawi (Mathnawi), concretando las formas y contenidos de los cuentos y tratados en la poes?a suf?, as? como el simbolismo y la terminolog?a utilizadas. Sin dejar de lado la musicalidad de la poes?a suf?: M?sica y danza en las obras de Rum?, con im?genes reales y conceptos m?sticos.
Tendremos en cuenta también, los ritmos y escalas de la m?sica suf?, los instrumentos de percusi?n, el daf y el tonbak, y el instrumento de viento, el ney.
http://www.adamaramada.org/libro.php?pliegos03
14.
Premisas de verano III / Nocturno
Unas gotas de imagen
inventado agonias, como
tatuajes impregnandos
de memoria .
Unas gotas de azul revestidas de ólvido, dicipando-
cicatrizando, disfrazando el ayer
Y unas lineas sín rumbo sobre las manos, aquejando
pausas, exijiendo tierra-ahondando
...divagando
éste nocturno extranjero en la tierra
de nadie.
Matchornicova
Junio.23 / 2007
Austria
Poema del argentino Mario Morales: "Otoño ha llegado"
Enviado por: "Rolando Revagliatti" revadans@yahoo.com.ar revadans
Mar, 3 de Jul, 2007 6:16 pm
Conste: Seguramente no podrá ser valorada la espacialidad con el que fue concebido este poema (imagino que todos los eventuales lectores encontrarán el texto iniciando todos los versos dispuestos uno debajo del otro y con la misma alineación).
R.R.
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“OTOÑO HA LLEGADO” : otoño
De manos arrojadas a su sonido amarillo,
a fugas de mármol y
opacas y el despertar del alma
en islas que vuelan
hacia desiertos temblantes de púrpura.
Otoño de los cuerpos, de los abrazos lilas,
de escombros que iluminan.
Otoño de la primera palabra
escrita con fragmentos de sangre y silencio,
con ese gesto anónimo que las hojas escriben
al caer en la soledad o la tierra.
Y el hombre ya es
el otoño:
el resumen de la vida
iluminado por otra vida
más oscura y bendita
y
(Ah ese viento
que sopla antes y después del tiempo
sin fin).
MARIO MORALES
De “PLEGARIAS O EL ECO DE UN SILENCIO”, 1974
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DE GNOMOS
Enviado por: "Juan José Mestre" jjmestre@waycom.com.ar juanjo54ar
Mar, 3 de Jul, 2007 6:16 pm
DE GNOMOS
Tras la niebla,
casi siempre hay un gnomo
que se empeña en hacer más visible
un harapo del alma disfrazado impunemente
de tristeza demudada por el llanto.
© Juan José Mestre
3. Tras la niebla,
casi siempre hay un gnomo
que se empeña en hacer más visible
un harapo del alma disfrazado impunemente
de tristeza demudada por el llanto.
© Juan José Mestre
Videos: No te quiebres pais ...
Enviado por: "Rui Mendes" rui-mendes@sapo.pt odisseiaespaco2001
Mar, 3 de Jul, 2007 7:28 pm
< http://www.telefonica.net/web2/bentayga56/>
Así se escribe la historia de México
Después del Gral. Lázaro Cárdenas, Manuel López Obrador
El discurso del presidente legitimo de México Manuel López Obrador, también es valido para España. Los altos funcionarios parásitos cobran decenas de miles de euros, mientras que decenas de miles de trabajadores que vivieron su infancia en la extrema pobreza y trabajando desde niños, hoy cobran menos de 400 euros de pensión...
La reacción está llevando una intensa campaña para sembrar el pesimismo y desmoralizar a todos aquellos que han puesto sus ilusiones en el proceso transformador de AMLO por eso difunden la idea rastrera de que está desgastado, lo que no se les desgasta el es cinismo de sanguijuelas que arrastran es sus mentes perversas... La patria, mejor dicho; los vienes públicos, el patrimonio que ha sido creado con el sacrificio de todos, no se vende, se defiende. Las privatizaciones son pan para unos pocos y la ruina, y miseria para los de siempre, los trabajadores.
Cero <http://www.amlo.org.mx/noticias/comunicados.html?id=58623> negociación con la derecha panista, pide López Obrador a legisladores del FAP
Videos
<http://gobiernolegitimo.org.mx/2007/jornada01072007.wmv> Asamblea Informativa (Jornada Nacional de protesta Contra el Fraude Electoral)
1 de julio de 2007
Ni retirada ni rendicion (2 <http://www.youtube.com/watch?v=UIxBtCqs3JE> de Julio no se olvida)
Lopez < http://www.youtube.com/watch?v=boRrG3Jk-G8&mode=related&search=> Obrador No te quiebres pais
Eugenia <http://www.youtube.com/watch?v=idEvNIIM1-U&mode=related&search=> Leon canta durante marcha pro AMLO 1
AMLO. <http://www.youtube.com/watch?v=-y_zre-l0-Y&mode=related&search=> YO VENGO A OFRECER MI CORAZON.
Masacre en Palestina... ¿ Hasta cuándo ?
Palestine is my name- hamas- poetry <http://www.youtube.com:80/watch?v=haWooR8zJGE&mode=related&search=> اسمي ٠لسطيني - شعر- Øماس
Hasta que extremo deberán llegar las masacres que el "estado" hitleriano de Israel, lleva acabo cada día para que las asociaciones de juritas denuncien de manera abierta ante la opinión pública y en los organismos internacionales el genocidio que día a día padece la población palestina ¿Hasta que extremo? ¿Donde están las plañideras de la democracia y los derechos humanos? ¿Por qué son tan cínicos?
Y es que el lenguaje lo puede todo en manos de unos pocos desalmados criminales y sus cómplices cuando éstos controlan los medios de comunicación y le roban a los pobres hasta la médula. Y a los que no se la dejen robar le llaman terroristas. ¡Qué placer señores, qué placer! Con qué frialdad hablan cuando tienen a la TV. bien trincá, para exponer única y exclusivamente sus puntos de vista.
Es cuestión de exigir de manera inmediata, la retirada de Israel de los territorios palestinos. Para que dejen de yacer a los lados del camino los numerosos cadáveres, cuyos ojos abiertos nos recuerdan que eran esqueletos antes de caer, como son víctimas los niños palestinos, ya antes de nacer y sus ojos aún cerrados, también están sembrados de un socorro implorado que nunca llega. Porque los tiranosaurios disfrazados de demócratas no saben de sujetos indefensos.
Tamarant
Primero <http://www.telefonica.net/web2/bentayga56/033.htm> se llevaron... Poema
Una explicación alegórica de Jonás - En El Zohar, Libro del
Enviado por: "ISAIAS GARDE" isaiasgarde@yahoo.com.ar isaiasgarde
Mar, 3 de Jul, 2007 7:57 pm
La
historia de Jonás puede reconstruirse como una alegoría del curso de la
vida del hombre en este mundo. Jonás desciende rumbo al barco: esto es
paralelo al alma del hombre que desciende para entrar al cuerpo que le
corresponde en este mundo. ¿Por qué se le llama Jonás al alma [lit.,
afligida J? Por la razón de que ella se convierte en sujeto de todo
tipo de vejaciones una vez que ha entrado en sociedad con el cuerpo.
Así, un hombre en este mundo está como en un barco que cruza el ancho
océano y puede ser dc:spedazado, como está escrito: "Así que el barco
podía ser destrozado" [Jonás 1: 4].
Y
asimismo, también el hombre en este mundo comete transgresiones pues
supone que su Señor desatiende al mundo y, por tanto, su presencia
puede ser eludida. De ahí que el Todopoderoso despierta una tormenta
iracunda, es decir, el juicio de un hombre que siempre se encuentra
ante el Ser Supremo, bendito sea, e inexorablemente busca su castigo.
Entonces es esto lo que golpea el barco, y recordando los pecados del
hombre, lo atrapa; el hombre queda en medio de la tempestad y lo aqueja
la enfermedad, tal como Jonás "fue lanzado a las partes más profundas
del barco; y se acostó y se quedó dormido" [íbid. 1:
5]. Así que el hombre permanece aquejado, y aun así su alma no hace
intento alguno por volver a su Señor, volver y expiar sus pecados.
Luego, "el capitán del barco vino a él", es decir, aquel que es el
timonel de todo, y la Buena Inclinación, "y le dijo: ¿Qué significa que tú te quedes dormido? Levántate y alza los ojos a tu Dios" [íbid. 1:
6]; no es hora de dormir, estás a punto de ser prendido para que se te
haga un juicio por todos tus actos en este mundo. Arrepiéntete de tus
malas acciones. Arrodilla tu mente ante estas cuestiones y regresa a tu
Señor.
"¿Cuál
es tu ocupación?", es decir, en la que está comprometido en este mundo,
y confiesa lo que a ella se refiera ante el Señor; y "de dónde vienes
tú"; o sea, de un rango ínfimo, y por tanto, retén tu arrogancia ante
Él. "¿Cuál es tu país?, considera cómo del polvo vienes y al polvo has
de regresar; "y de qué gente eres tú" [íbid. 1: 8], es decir, considera si puedes abrigar la esperanza de ser protegido en virtud de los méritos de tus ancestros.
Cuando
se le lleva ante el tribunal celestial para ser juzgado, la tempestad
que era en realidad la sentencia tal y como se desenfrenó frente a él,
llama al Rey para que castigue a todos los prisioneros del Rey. Luego
los consejeros del Rey vienen ante él a su debido tiempo, y el tribunal
queda constituido. Algunos abogan por el acusado y otros en su contra.
Si al hombre se le considera culpable, como en el caso de Jonás,
entonces "los hombres remaron con todas sus fuerzas para llevado a
tierra, pero no pudieron"; así, aquellos que abogan por él, presentan
argumentos en su favor y buscan hacerla regresar a este mundo, pero
fracasan en su intento; "pues la marea creció y creció más
tempestuosamente contra ellos" [íbid. 1:
13], es decir, la persecución incita la furia contra él, hunde la
defensa y el hombre permanece convicto ante sus transgresiones. Es
entonces cuando tres emisarios elegidos descienden a él. U no de ellos
lleva a cabo un balance de todas las buenas acciones y las malas del
hombre en este mundo; otro, saca la cuenta de sus días; el tercero es
aquel que constantemente ha estado con el hombre, desde el periodo en
que estaba encerrado en el vientre de su madre.
Como se ha dicho, la condena se calma sólo cuando "ellos se llevaron a Jonás" [íbid. 1:
15], cuando ellos conducen al hombre de su hogar al sitio de su
entierro. Luego se lanza una proclama en relación con él que, en caso
de que haya llevado una vida justa, dice: ¡Alabada sea la imagen del
Rey! "El consiguió la paz, descansen en sus lechos todos aquellos que
se cruzaron por su camino del bien" [Isa.
57:
2]. Pero para un hombre malo, cuando muere, la proclama es: i
Desgraciado es este hombre, no debía haber nacido! Respecto de este
tipo de hombre, está escrito: "Y lo arrojó al mar; y cesó la furia del
mar" [Jonás 1: 15], lo cual significa que la condena cesará en su furia
sólo una vez que lo hayan bajado a su tumba que es el sitio del juicio.
Y, en verdad, el pez que se tragó a J onás es la tumba; y "J onás
estuvo en el vientre del pez" [íbid. 2: 1], que se identifica con "el vientre del inframundo" como lo vemos en el pasaje: "Desde el vicntre del inframundo clamé yo" [íbid. 2: 3].
"Tres días y tres noches" [íbid. 2:
1], que se refiere a los tres días que un hombre permanece en la tumba
antcs de que su vientre se derruya. Al final del tercer día, deja salir
su putrefacción en el rostro diciendo: Recibe nucvamente aquello que
pusiste en mí; todo el día tú comiste y bebiste, nunca diste nada a los
pobres; como días fcstivos y de descanso fueron todos tus días, pero
los necesitados no compartieron tu comida y permanecieron hambrientos.
Recibe nuevamente aquello que pusiste en mí...
Y
una vez transcurridos tres días más, el hombre es castigado en cada
órgano, en los ojos, las manos, los pies. Pues durante treinta días el
alma y el cuerpo reciben castigos juntos. Por eso el alma se demora
durante este tiempo en la tierra y no asciende hasta su esfera, como
una mujer a la que se aisla durante el periodo de su impureza.
Entonces
el alma asciende y el cuerpo continúa consumiéndose en la tierra y ahí
yacerá hasta la hora en que el Ser Supremo, bendito sea, haga que los
muertos se levanten. En ese momento, una voz tronará por entre las
tumbas y proclamará: "Despierten y canten, ustedes los que habitan el
polvo -pues su rocío es como el rocío de la luz- y la tierra dará vida
a las tinieblas" [refaim, Isa. 26: 19]. Esto será cuando el Angel de la Muerte
desaparezca del mundo, como está escrito: "El tragará la muerte para
siempre; y el Señor Dios secará las lágrimas de todos los rostros; y el
reproche de su gente El hará desaparecer de toda la tierra entera" [íbid. 25: 8].
Es
a ese acontecimiento al que se alude con las palabras: "Y el Señor
habló con el pez y éste vomitó a Jonás en la tierra seca" (Jonás 2:
11]; cuando las tumbas escuchen el clamor de dicha voz puntualmente
arrojarán los cadáveres que en ellas yacían. Y los muertos asumirán su
prístina condición corporal, tal como lo indica la palabra refaim [tinieblas] que se relaciona con rafah [curación]...
Así
pues, vemos que la historia de aquel pez lleva consigo palabras de
solaz para el mundo entero. Murió cuando acababa de tragar a Jonás; así
y.todo, fue vuelto a la vida tres días después y lo vomitó. Y de modo
parecido, en el futuro, la tierra de Israel primero será llevada a una
nueva vida, y luego "la tierra dará vida a las tinieblas".
En El Zohar, Libro del Esplendor, selección y traducción de Gershom Scholem
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Poema: Negación
Enviado por: "Radamés Buffa" bat2rob1@yahoo.com bat2rob1
Mar, 3 de Jul, 2007 8:05 pm
NEGACIÓN.
Negaste la vigilia,
el aroma, la cera.
Negaste el pico,
la sangre, el corazón.
La cadera de los médanos.
La estructura de los aviones
de Al-Qaeda.
Negaste la verdad,
la inquisición, a Galileo
después de la horca.
Negaste la estirpe,
a madre, a padre,
la trilogía, unica
y rebelde.
Una esquirla roza
azucenas y lo peor:
piensas en los astros.
Lloras el laúd ciego:
te quiero y te quise:
¡perdóname!
“No sé
lo que hice”
® Radamés, Montevideo, 28/04/05, Uruguay. Variación, 2/5/07. Mutando: 3/3/07.
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6. Negaste la vigilia,
el aroma, la cera.
Negaste el pico,
la sangre, el corazón.
La cadera de los médanos.
La estructura de los aviones
de Al-Qaeda.
Negaste la verdad,
la inquisición, a Galileo
después de la horca.
Negaste la estirpe,
a madre, a padre,
la trilogía, unica
y rebelde.
Una esquirla roza
azucenas y lo peor:
piensas en los astros.
Lloras el laúd ciego:
te quiero y te quise:
¡perdóname!
“No sé
lo que hice”
® Radamés, Montevideo, 28/04/05, Uruguay. Variación, 2/5/07. Mutando: 3/3/07.
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Junio 2007
Enviado por: "Rolando Revagliatti" revadans@yahoo.com.ar revadans
Mar, 3 de Jul, 2007 8:05 pm
Rubén Patrizi <patrizi.ruben@gmail.com > escribió: Blog de Junio, 2007
Después de un tiempo/ enviado...
Museos/ El triàngulo Español...
Pintores venezolanos
Serie Cuento/ La casa de la...
Artículo/ Anabel Guerrero/...
Concurso Juan Rulfo 2007/Cuento...
Recomenrdación de la Cruz...
Serie >poesía/Argentina/ En...
Serie Por nuestros Cerros/Camino...
Serie Artículo/El Chocolate/...
Serie poesía/U.S.A./Cuando...
La Copa Amèrica/ Historia
Estadios Para la Copa Amèrica...
4 festival de Poesía Venezuela...
Escritores Venezolanos.../...
Copia/ Ejemplar revista voces...
Saludos..........
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"No declaradas", inédito
Enviado por: "Rolando Revagliatti" revadans@yahoo.com.ar revadans
Mar, 3 de Jul, 2007 8:05 pm
NO DECLARADAS
Hijo de una madre no declarada
nieto de una abuela no declarada
hermano de una hermana no declarada
tuve una novia no declarada
tanto como, luego, una esposa
no declarada
y, aún más tarde, una amante
que nunca declaré
Soy el justo envase
de las sustancias inasumidas
Inasumida sustancia
yo
de aquellos primordiales y subsecuentes
justos
envases.
Rolando Revagliatti
http://www.revistadiezdedos.com
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Enviado por: "Philos Enpelicano" paginantebattaglia@yahoo.com.ar paginantebattaglia
Mar, 3 de Jul, 2007 8:05 pm
Denuncia de boletas "truchas"
"El macrismo denunció anoche la existencia de boletas ´truchas´, casi iguales a las de la fórmula Mauricio Macri - Gabriela Michetti.
´Por denuncias de vecinos, detectamos que en Paternal, Lugano y Chacarita hay boletas con el mismo diseño y el mismo papel que las nuestras, pero que no dicen Lista 502, que es lo correcto, sino lista 302. El problema es que estas boletas apócrifas serán impugnadas´, denunció el vicepresidente de Compromiso para el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta. El macrismo dijo que haría la denuncia correspondiente." FUENTE: DIARIO LA LACIÓN, BUENOS AIRES.
*Para saber más sobre mí, anoten en un buscador: Currículum literario de Luis Alberto Battaglia.
*Amigas y amigos, mi falta de tiempo es enorme pero quiero seguir estando y tardo porque intento leer todo. Ruego me disculpen por el atraso en que incurro. Un abrazo paginante de este amigo de ustedes.
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9. "El macrismo denunció anoche la existencia de boletas ´truchas´, casi iguales a las de la fórmula Mauricio Macri - Gabriela Michetti.
´Por denuncias de vecinos, detectamos que en Paternal, Lugano y Chacarita hay boletas con el mismo diseño y el mismo papel que las nuestras, pero que no dicen Lista 502, que es lo correcto, sino lista 302. El problema es que estas boletas apócrifas serán impugnadas´, denunció el vicepresidente de Compromiso para el Cambio, Horacio Rodríguez Larreta. El macrismo dijo que haría la denuncia correspondiente." FUENTE: DIARIO LA LACIÓN, BUENOS AIRES.
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La Buhardilla número 17 (desde Rosario, provincia de Santa Fe, l
Enviado por: "Rolando Revagliatti" revadans@yahoo.com.ar revadans
Mar, 3 de Jul, 2007 8:05 pm
/la buhardilla__ ___________________________rosario/número 17/abril - mayo 07
http://www.venetorosario.org.ar/labuhardilla/
labuhardilla@venetorosario.org.ar
Número Especial Publicaciones
Poesías + Relatos + Imágenes de culturas originarias de América
Agradecemos la difusión de nuestra revista...Hasta el próximo número!!!
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Divagando tarde la tarde
Enviado por: "monik matchornicova" monmatch@yahoo.com monmatch
Mar, 3 de Jul, 2007 8:05 pm
Divagando tarde la tarde.
A veces,
me lloro el verano entre gabiotas ausentes
e invoco al invierno entre las nubes, cuando
el dolor recuerda tanta imprudencia
cuando la soledad termina de precipitarse
a veces,
cuando en pleno dia lleno de sol
se nubla el tiempo entre los cristales,
cuando se caé el silencio entre voces-
gritos impregnados de banalidades
...y
a veces,
desde algún prisma exortado del tiempo
se arma un nido de interrogantes
y emprende vuelo la desolación.
Matchornicova
02.07.2007
Austria
----------------------------------------------------------/
http://islainfinita.altervista.org/mio/page7/page7.html
http://www.poetasdelmundo.com/verInfo_europa.asp?ID=793
http://www.lacoctelera.com/poesiasubterranea/categoria/matchornicova
http://www.megaone.com/cantoria/sopranos/matchornicova.htm
http://www.fantasiasdelquijote.com.ar/paginantes_monik_m.htm
http://www.myspace.com/kovaluisa
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A CONTRATIEMPO
Enviado por: "Juan José Mestre" jjmestre@waycom.com.ar juanjo54ar
Mar, 3 de Jul, 2007 8:05 pm
A CONTRATIEMPO
Síncopa.
Hombres danzando la danza del primate.
Tribal ancestro fluye por la sangre.
Nada ha cambiado.
Simplemente, el garrote por la Uzi.
© Juan José Mestre
12. Síncopa.
Hombres danzando la danza del primate.
Tribal ancestro fluye por la sangre.
Nada ha cambiado.
Simplemente, el garrote por la Uzi.
© Juan José Mestre
Edición del 22.6.07 de Inventiva Social: Literatura & etc.
Enviado por: "Rolando Revagliatti" revadans@yahoo.com.ar revadans
Mar, 3 de Jul, 2007 8:05 pm
RELOJES DE AGUA...
LA CLEPSIDRA JUNTO A LA CAMA*
Otro territorio, de camillas, sillas de rueda, gente que habla bajo, enfermeras que gritan. Viejos, viejos acostados, sentados, viejos que boca abierta se mueren de a poco o a borbotones.
Corredores, puertas con números, puertas con letras, escaleras y ascensores, laberintos para gente que no quiere llegar o no puede irse. Olor a hervido, olor a desinfectante. Personas que llevan bolsas, carteras, papeles, hormigas de cara inexpresiva y misterioso derrotero. Que se cruzan sin percatarse del aire de familia que nos da el oficio de visitantes o cuidadores. Carceleros a veces.
Cuarto en penumbras, puerta entornada, la nítida charla de las enfermeras que cuentan del marido que tiene las vértebras aplastadas de llevar las bolsas de cemento en la cabeza, de las milanesas en la heladera, del perro, que come las cáscaras de papa que son tan buenas para algo, quizás el pelo. Y en el cuarto los viejos respirando trabajosamente, dormidos los tres, acomodando la garganta con carrasperas que no los despiertan. Bocas desdentadas. Suero goteando cristalino, marcando el tiempo que no transcurre en los relojes. Clepsidras al fin y al cabo, relojes de agua y agonías transparentes.
Mi padre convertido en un cuerpo con ojos grandes. Mi padre desnudo sobre la cama, mientras la enfermera le pone los pañales. Desvalidos todos de pronto.
Médicos misteriosos. Llega y parte la divinidad sin aviso y sin huellas. Ordenan un poco el caos como si fuese cierto que ordenan algo. Vanas las súplicas, hay mandatos incognoscibles, nombres extraños de extraños aparatos agazapados en los pisos de abajo.
Cuerpos que ensucian. Termómetro único, tensiómetro alarmante. Calor sofocante en un aire compartido. Extrañeza es la palabra. Todos quieren volver a casa. A casa. Esperamos el alta como sea y no importa salir igual que se ingresó. La cosa es escapar.
Mujeres, siempre mujeres al pie de la cama. El duro mandato de estar ahí y hacer como que una supiera. El deseo de que cuando pase algo esté algún otro. Y estar ahí justo cuando una quisiera haber huído.
Los viejos que se mueren de a poco o a borbotones.
La pregunta. La pregunta de si estaré yo en esa cama. El horror por el futuro.
Ese olor a hospital que se pega a los sueños mientras las enfermeras hablan del hijo que pesa ciento veinte kilos y no va al gimnasio. La visita del hombre de la otra cama, las bromas repetidas ¿esta noche va al baile?
No, esta noche nadie va a bailar.
*de Mónica Russomanno. russomannomonica@ hotmail.com
Cuento corto*
En sus cuentos -me refiero a mi hija-, que son breves, hay misterio, suspenso. Y siempre mata a alguien. Acababa de leerme el último, y en ese, moría el protagonista. Le dije: ¿Por qué no hacés que siga vivo? Ella me explicó: No me salía, no sabía cómo continuar, me cansé y, además, ya estuve mucho rato. Le sugerí: Seguí escribiéndolo mañana. Dijo: No; porque es un cuento corto.
*de Rolando Revagliatti. revadans@yahoo.com.ar
http://www.revagliatti.com.ar
Nostálgico animal*
Nostálgico animal que como yo te atreves
a la inmensa grandeza del deseo
de mirar con ternura hacia el pasado
sabiéndolo ya muerto
ya marchito.
Nostálgico animal que como yo te asumes
catarata de luz despedazada
y anhelas la llegada de la noche
para fundir tu llanto con las sombras.
Nostálgico animal que como yo te entregas
al censo de mañanas y tardes ya perdidas
cuando trenzando el aire fuimos brisa,
fuimos nido trinchera bosque río.
Nostálgico animal que como yo agonizas
frente al paso del tiempo.
Cada hora
te aleja de mis ojos.
Cada hora
me hiere en el silencio inhabitado.
Nostálgico animal que como yo confiesas
con un hilo de pena tu derrota
y como yo te apagas y apagas y sumerges
en ese oscuro mar que es la apatía.
Nostálgico animal cargado de tristeza,
de tristeza fatal como un labio tronchado,
como un viento funesto de tragedia,
como un cielo abrasado por los rayos.
Pero una luz de fuego,
fundiendo tu pupila con los cielos,
estalla en mi retina.
¡Despierta, anda, combate!
Aún es posible andar hacia adelante.
Allende el calendario alguien espera
ecos de nuestros pasos en la arena.
Zaragoza, 1990.
*Sergio Borao Llop sergiobllop@yahoo.es
ACERCA DE LOS "EXCEPCIONALES"
"Yo merezco un trato especial"*
Hay personas que, por sentir que han recibido determinados perjuicios en su infancia, actúan como si se les adeudara un trato privilegiado, ya que son "excepcionales". Claro que esta posición subjetiva es difícil de sostener.
Por Norberto Giarcovich *
En los tres ensayos que Freud escribió bajo el título "Algunos tipos de carácter dilucidados por el trabajo psicoanalítico", se interroga sobre ciertas conductas que resultan sorprendentes y que tienen un rasgo en común: no soportan alcanzar el éxito. De estos tres ensayos, los dos últimos -"Los que fracasan cuando triunfan" y "Los que delinquen por conciencia de culpa"- fueron los que llamaron más la atención, ya sea porque aportaron una nueva lectura del acto delictivo o porque el sentimiento de culpa inconsciente dio cuenta de esos "fracasos" que hasta ese momento resultaban inexplicables. El restante, denominado "Las excepciones", pasó más desapercibido y se diferencia de los anteriores, entre otros motivos, porque no se encuentra en las manifestaciones de los sujetos allí descriptos culpa alguna. Freud
describe allí un tipo muy particular de carácter que solemos encontrar a veces en la experiencia, el de aquellos que se sienten víctimas, que están aferrados a privilegios y se niegan a resignarlos; son personas que suponen que la vida les debe algo, por lo tanto se ubican de una manera opuesta a "Los que fracasan...", ya que estos últimos siempre están en deuda.
Este lugar privilegiado les genera complicaciones, por ejemplo cuando intentan comenzar un análisis, debido a que en su demanda predominan los reclamos al analista; suponen que éste debería darles la solución a sus problemas sin que ellos hagan nada para conseguirlo. Freud señala lo difícil del trabajo psicoanalítico cuando, al tratar a estos pacientes, tiene que instarlos a que renuncien a una ganancia de placer fácil o inmediata frente a la promesa de hallar otra más segura aunque pospuesta. Se ve llevado a aclarar que, a diferencia de la religión, no pide la renuncia a todo placer sino sólo de aquellas satisfacciones a las que inevitablemente sigue un perjuicio. Pese a esto, la respuesta que obtiene es la siguiente: dicen que ya han sufrido bastante y que tienen derecho a ser excusados, que son excepciones y que van a seguir siéndolo.
En realidad, la primera parte de sus explicaciones pareciera acercarse al comienzo de una melancolía (en la condición de víctimas) o incluso de una paranoia (en la condición de perjudicados), pero lo propio del caso es que no se quejan en absoluto ni acusan a otros de perjudicarlos, sino que exigen privilegios.
Si bien para cualquiera resultaría tentador presentarse como una excepción y reclamar privilegios sobre los demás, hace falta algún fundamento particular para que esto pueda justificarse. La justificación puede brindarla el haber padecido alguna enfermedad o haber sufrido un daño importante en la primera infancia, que a posteriori fue estimado como un injusto perjuicio inferido a su persona. Luego, plantea Freud, los privilegios que se arrogaron, y la rebeldía que se suscitó, agudizaron los conflictos que más tarde llevaron al estallido de la neurosis.
Freud presenta sucintamente dos casos donde lo expuesto se vio corroborado: una paciente había sufrido un doloroso padecimiento orgánico, que sobrellevaba con resignación pero, cuando se enteró de que era una afección hereditaria, se alzó en rebeldía; un joven, que se creía tutelado por una Providencia particular, había sido, de lactante, víctima de una infección que le había trasmitido la nodriza y, por el resto de sus días, vivió de sus reclamos de resarcimiento, sin saber ni por asomo el fundamento de su pretensión.
Freud no comunica mucho más de esas historias; tampoco profundizará, como dice, en la sugerente analogía entre "la deformación del carácter tras un prolongado achaque en la infancia y la conducta de pueblos enteros", analogía que sin duda remite al trauma. En cambio, aclara, la pretensión de
excepcionalidad se enlaza íntimamente con los factores del daño congénito y es motivada por este último, como ocurre en la tragedia de Shakespeare Vida y muerte del rey Ricardo III.
Allí, en el monólogo introductorio, Ricardo, duque de Gloucester, dice que, al no poder actuar como amante, al haber sido temprana y arteramente perjudicado por la Naturaleza, privado de la bella proporción, sin poder cortejar un amoroso espejo, se ha resuelto a actuar como villano. Vemos
plasmada en estas afirmaciones una suerte de reivindicación por un daño sufrido tempranamente, aunque nada de ello parece justificar la decisión de actuar como villano. ¿Cuál es, entonces, el estatuto de ese daño congénito que suministra motivos para suponerse una excepción?
En lo que hace a su valor patogénico, un determinismo orgánico congénito puede ser asimilado a una fijación, aunque la diferencia mayor radica en que la fijación deja siempre lugar para lo traumático, lo que puede ser evocado históricamente y traducido en huellas psíquicas, mientras que la rebeldía
frente a lo congénito puede ser, en el fondo, el rechazo a un determinismo familiar cuyo origen siempre es mítico.
La obra teatral a la que Freud nos envía ocupa el lugar de un mito, en tanto inscribe poéticamente algo que opera en el límite y muestra crudamente dos manifestaciones de lo fálico: el defecto y el exceso. El primero estaría representado por el daño que sufrió Ricardo en forma temprana, mientras que el segundo, el exceso, aparece cuando él procura por todos los medios que lo nombren rey, aunque no le corresponda.
En este ejemplo encontramos descriptos tres puntos principales que caracterizan a las excepciones: 1) el perjuicio ocurrido en su infancia (común), que provocó resignación; 2) un daño congénito (excepcional), que desató la rebeldía; 3) el reclamo de privilegios.
Con respecto al primero, Freud afirma que los motivos por los cuales este villano obtiene las simpatías del lector residen en esa idea de desdicha, común en nuestra infancia, precisamente por haber sufrido afrentas en nuestro narcisismo. El perjuicio ocurrido en la infancia se relaciona entonces con la caída del ideal, de esa supuesta perfección que se gozó una vez y se perdió por efecto de la castración. Freud se detiene en este punto, y afirma que Ricardo es una magnificación gigantesca de este aspecto que
descubrimos también en cada uno de nosotros.
No lo somos
Esta interpretación de Ricardo III aclara la causa del primero de los reclamos, pero, al mismo tiempo, genera las mayores dificultades para ubicar la estructura de lo que está describiendo. Tratándose del ideal del yo, del intento para recuperar la perfección perdida del yo ideal, entenderíamos que se refiere a los dos narcisismos, lo cual remite al campo de las depresiones, con predominio del registro imaginario. Sin embargo, la insistencia de Freud en el segundo punto, en el daño congénito como un
suceso que efectivamente ocurrió, más el hecho de que, en Ricardo, no encontramos el menor vestigio de depresión, avala la presunción de que también queda incluido algo real.
Cuando Freud alude a Ricardo III, no trata sólo de eso que nos pasa a "cada uno" de nosotros: querer ser una excepción (lo cual deja en claro que no lo somos); se refiere a aquellos que, como Ricardo, sí se comportan como si fueran una excepción.
Ese daño sufrido tempranamente remite a una afrenta que, cuando ocurrió, no se estaba preparado para recibirla, lo cual presenta una cierta similitud con el trauma. Además, el hecho de que las excepciones manifiesten su rebeldía cuando descubren que ese daño es congénito, pone de manifiesto un rechazo a aceptar quedar ubicados dentro de determinada cadena generacional.
Esto que, en el relato del paciente, aparece en segunda instancia, puede estar en verdad en primer término y operar luego como un equivalente imaginario de la castración.
En los sueños infantiles encontramos una diferencia entre los conflictos producidos por el sentimiento de culpa inconsciente y aquello que es producto de algo real. Freud va a plantear dos "excepciones" a la tendencia de la realización del deseo del sueño: la aparente y la efectiva. La excepción aparente va a estar dada por los sueños punitorios, generados por el sentimiento de culpa inconsciente, mientras que la excepción efectiva va a ser producto de una neurosis traumática.
Estos sueños que reproducen el trauma generan un montón de angustia tal que llevan al despertar, y su objetivo no es el cumplimiento de deseo sino provocar esa angustia que faltó cuando el trauma se produjo.
Así, en las excepciones se hace referencia, tanto a la frustración, producto de un daño imaginario, como a un daño efectivo, equiparable a aquello que Freud interrogó en las neurosis de guerra. Un exceso de libido que el aparato psíquico no pudo asimilar, situado en esa etapa precoz, donde "aún no se estaba preparado".
En este sentido, deja de tener importancia comprobar si el hecho efectivamente ocurrió o no. De lo real sólo restará su huella mnémica, y no necesariamente un daño físico; de lo imaginario, quedarán las
reivindicaciones.
A su vez, el sujeto intentará recuperar el dominio sobre ese estímulo cumpliendo una función que es independiente del principio del placer, más originaria, tratando de ligar esas impresiones a través de la compulsión de repetición. Resta indagar la llegada de la neurosis.
Freud entiende que el hecho de persistir en el reclamo de privilegios, la no aceptación de ser uno más entre todos, es lo que lleva al estallido de la neurosis. Es evidente que esta posición "privilegiada" de las excepciones es difícil de sostener, al tiempo que potencia su rebeldía y aislamiento.
Aislamiento que puede ser uno de los componentes que llevan a contraer la enfermedad, al conducirlo a la frustración duradera de la satisfacción, a un estancamiento e introversión de la libido cuyas fijaciones infantiles entrarían en conflicto con la realidad.
Estos casos de "frustración duradera de la satisfacción" conllevan un componente inhibitorio que termina por reproducir el hecho traumático en el punto de "nunca estar preparado".
Sin embargo, en Ricardo III no nos encontramos con una fijación de características negativas, sino, en todo caso, positivas, donde la escena que se repite compulsivamente presenta algunas modificaciones respecto de la original. En ella, el sujeto ya no está padeciendo sino que hace padecer a los otros, y no sufre algo injustamente sino que se siente justificado para alcanzar sus objetivos por cualquier medio.
Vemos que en esta repetición se produjo una inversión en los términos; sin embargo, esto no le posibilita al sujeto una salida del conflicto sino que, en cierto modo, lo reproduce. Ricardo, al eliminar no sólo a sus rivales sino también a su mujer, a aliados y colaboradores, termina por quedar tan aislado como al principio. Incluso, al imputar sistemáticamente la causa de sus padecimientos al daño sufrido tempranamente, queda en una posición que supone poseer "un saber" sobre la verdad que se contrapone con el "no saber" del inconsciente, lo cual lo condena, como veíamos, a reproducir lo padecido o a hacerlo padecer a los demás.
El hecho de que Freud, para hablar de las excepciones, proponga una obra literaria, avala la hipótesis de que se trata de algo primario. Al mismo tiempo, si decimos que Ricardo remeda el trauma y éste es previo al Edipo, no afirmamos que es exterior al mismo. Cuando Freud recurre a Shakespeare para dar sustento a su conjetura, utiliza la tragedia moderna en lugar de la antigua y pone en juego la Condena en vez del Destino.
Ricardo III da cuenta del Edipo de manera atípica; prepara el terreno, pero no tratará allí la deuda simbólica sino el daño imaginario. Sus demandas serán compulsivas, sus exigencias desenfrenadas, sin ley ni culpa, y la rivalidad lo transformará en el verdugo de sus hermanos.
Esta crisis de la ley, matanza entre hermanos, es precisamente lo que Shakespeare describe que ocurría en Inglaterra durante la Guerra de las Rosas.
Al finalizar el trabajo, Freud indica que la excepción atañe también a las mujeres y es una posición específicamente femenina. Sus pretensiones a ciertas prerrogativas descansan en el mismo fundamento "congénito": haberse sentido perjudicadas en su infancia por haber nacido niñas y no varones, es decir que, para Freud, la cuestión de la "excepción" se juega en el complejo de castración.
* El texto completo, titulado "Las excepciones", se publicó en Conjetural, revista Psicoanalítica, Nº 45.
*Fuente: Página/12
http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-86876-2007-06-21.html
La isla a mediodía*
*de Julio Cortázar
La primera vez que vio la isla, Marini estaba cortésmente inclinado sobre los asientos de la izquierda, ajustando la mesa de plástico antes de instalar la bandeja del almuerzo. La pasajera lo había mirado varias veces mientras él iba y venía con revistas o vasos de whisky; Marini se demoraba ajustando la mesa, preguntándose aburridamente si valdría la pena responder a la mirada insistente de la pasajera, una americana de las muchas, cuando en el óvalo azul de la ventanilla entró el litoral de la isla, la franja
dorada de la playa, las colinas que subían hacia la meseta desolada.
Corrigiendo la posición defectuosa del vaso de cerveza, Marini sonrió a la pasajera. «Las islas griegas», dijo. «Oh, yes, Greece», repuso la americana con un falso interés. Sonaba brevemente un timbre y el steward se enderezó sin que la sonrisa profesional se borrara de su boca de labios finos. Empezó
a ocuparse de un matrimonio sirio que quería jugo de tomate, pero en la cola del avión se concedió unos segundos para mirar otra vez hacia abajo; la isla era pequeña y solitaria, y el Egeo la rodeaba con un intenso azul que exaltaba la orla de un blanco deslumbrante y como petrificado, que allá abajo sería espuma rompiendo en los arrecifes y las caletas. Marini vio que las playas desiertas corrían hacia el norte y el oeste, lo demás era la montaña entrando a pique en el mar. Una isla rocosa y desierta, aunque la mancha plomiza cerca de la playa del norte podía ser una casa, quizá un grupo de casas primitivas. Empezó a abrir la lata de jugo, y al enderezarse la isla se borró de la ventanilla; no quedó más que el mar, un verde horizonte interminable. Miró su reloj pulsera sin saber por qué; era exactamente mediodía.
A Marini le gustó que lo hubieran destinado a la línea Roma-Teherán, porque el paisaje era menos lúgubre que en las líneas del norte y las muchachas parecían siempre felices de ir a Oriente o de conocer Italia. Cuatro días después, mientras ayudaba a un niño que había perdido la cuchara y mostraba desconsolado el plato del postre, descubrió otra vez el borde de la isla.
Había una diferencia de ocho minutos pero cuando se inclinó sobre una ventanilla de la cola no le quedaron dudas; la isla tenía una forma inconfundible, como una tortuga que sacara apenas las patas del agua. La miró hasta que lo llamaron, esta vez con la seguridad de que la mancha plomiza era un grupo de casas; alcanzó a distinguir el dibujo de unos pocos campos cultivados que llegaban hasta la playa. Durante la escala de Beirut miró el atlas de la stewardess, y se preguntó si la isla no sería Horos. El
radiotelegrafista, un francés indiferente, se sorprendió de su interés.
«Todas esas islas se parecen, hace dos años que hago la línea y me importan muy poco. Sí, muéstremela la próxima vez.» No era Horos sino Xiros, una de las muchas islas al margen de los circuitos turísticos. «No durará ni cinco años», le dijo la stewardess mientras bebían una copa en Roma. «Apúrate si
piensas ir, las hordas estarán allí en cualquier momento, Gengis Cook vela.»
Pero Marini siguió pensando en la isla, mirándola cuando se acordaba o había una ventanilla cerca, casi siempre encogiéndose de hombros al final. Nada de eso tenía sentido, volar tres veces por semana a mediodía sobre Xiros era tan irreal como soñar tres veces por semana que volaba a mediodía sobre
Xiros. Todo estaba falseado en la visión inútil y recurrente; salvo, quizá, el deseo de repetirla, la consulta al reloj pulsera antes de mediodía, el breve, punzante contacto con la deslumbradora franja blanca al borde de un azul casi negro, y las casas donde los pescadores alzarían apenas los ojos
para seguir el paso de esa otra irrealidad.
Ocho o nueve semanas después, cuando le propusieron la línea de Nueva York con todas sus ventajas, Marini se dijo que era la oportunidad de acabar con esa manía inocente y fastidiosa. Tenía en el bolsillo el libro donde un vago geógrafo de nombre levantino daba sobre Xiros más detalles que los habituales en las guías. Contestó negativamente, oyéndose como desde lejos, y después de sortear la sorpresa escandalizada de un jefe y dos secretarias se fue a comer a la cantina de la compañía donde lo esperaba Carla. La desconcertada decepción de Carla no lo inquietó; la costa sur de Xiros era inhabitable pero hacia el oeste quedaban huellas de una colonia lidia o quizá cretomicénica, y el profesor Goldmann había encontrado dos piedras talladas con jeroglíficos que los pescadores empleaban como pilotes del
pequeño muelle. A Carla le dolía la cabeza y se marchó casi enseguida; los pulpos eran el recurso principal del puñado de habitantes, cada cinco días llegaba un barco para cargar la pesca y dejar algunas provisiones y géneros.
En la agencia de viajes le dijeron que habría que fletar un barco especial desde Rynos, o quizá se pudiera viajar en la falúa que recogía los pulpos, pero esto último sólo lo sabría Marini en Rynos donde la agencia no tenía corresponsal. De todas maneras la idea de pasar unos días en la isla no era
más que un plan para las vacaciones de junio; en las semanas que siguieron hubo que reemplazar a White en la línea de Túnez, y después empezó una huelga y Carla se volvió a casa de sus hermanas en Palermo. Marini fue a vivir a un hotel cerca de Piazza Navona, donde había librerías de viejo; se entretenía sin muchas ganas en buscar libros sobre Grecia, hojeaba de a ratos un manual de conversación. Le hizo gracia la palabra kalimera y la ensayó en un cabaret con una chica pelirroja, se acostó con ella, supo de su abuelo en Odos y de unos dolores de garganta inexplicables. En Roma empezó a llover, en Beirut lo esperaba siempre Tania, había otras historias, siempre parientes o dolores; un día fue otra vez a la línea de Teherán, la isla a mediodía. Marini se quedó tanto tiempo pegado a la ventanilla que la nueva
stewardess lo trató de mal compañero y le hizo la cuenta de las bandejas que llevaba servidas. Esa noche Marini invitó a la stewardess a comer en el Firouz y no le costó que le perdonaran la distracción de la mañana. Lucía le aconsejó que se hiciera cortar el pelo a la americana; él le habló un rato de Xiros, pero después comprendió que ella prefería el vodka-lime del Hilton. El tiempo se iba en cosas así, en infinitas bandejas de comida, cada una con la sonrisa a la que tenía derecho el pasajero. En los viajes de
vuelta el avión sobrevolaba Xiros a las ocho de la mañana; el sol daba contra las ventanillas de babor y dejaba apenas entrever la tortuga dorada; Marini prefería esperar los mediodías del vuelo de ida, sabiendo que entonces podía quedarse un largo minuto contra la ventanilla mientras Lucía
(y después Felisa) se ocupaba un poco irónicamente del trabajo. Una vez sacó una foto de Xiros pero le salió borrosa; ya sabía algunas cosas de la isla, había subrayado las raras menciones en un par de libros. Felisa le contó que los pilotos lo llamaban el loco de la isla, y no le molestó. Carla acababa de escribirle que había decidido no tener el niño, y Marini le envió dos sueldos y pensó que el resto no le alcanzaría para las vacaciones. Carla aceptó el dinero y le hizo saber por una amiga que probablemente se casaría
con el dentista de Treviso. Todo tenía tan poca importancia a mediodía, los lunes y los jueves y los sábados (dos veces por mes, el domingo).
Con el tiempo fue dándose cuenta de que Felisa era la única que lo comprendía un poco; había un acuerdo tácito para que ella se ocupara del pasaje a mediodía, apenas él se instalaba junto a la ventanilla de la cola.
La isla era visible unos pocos minutos, pero el aire estaba siempre tan limpio y el mar la recortaba con una crueldad tan minuciosa que los más pequeños detalles se iban ajustando implacables al recuerdo del pasaje anterior: la mancha verde del promontorio del norte, las casas plomizas, las redes secándose en la arena. Cuando faltaban las redes Marini lo sentía como un empobrecimiento, casi un insulto. Pensó en filmar el paso de la isla, para repetir la imagen en el hotel, pero prefirió ahorrar el dinero de la
cámara ya que apenas le faltaba un mes para las vacaciones. No llevaba demasiado la cuenta de los días; a veces era Tania en Beirut, a veces Felisa en Teherán, casi siempre su hermano menor en Roma, todo un poco borroso, amablemente fácil y cordial y como reemplazando otra cosa, llenando las horas antes o después del vuelo, y en el vuelo todo era también borroso y fácil y estúpido hasta la hora de ir a inclinarse sobre la ventanilla de la cola, sentir el frío cristal como un límite del acuario donde lentamente se movía la tortuga dorada en el espeso azul.
Ese día las redes se dibujaban precisas en la arena, y Marini hubiera jurado que el punto negro a la izquierda, al borde del mar, era un pescador que debía estar mirando el avión. «Kalimera», pensó absurdamente. Ya no tenía sentido esperar más, Mario Merolis le prestaría el dinero que le faltaba
para el viaje, en menos de tres días estaría en Xiros. Con los labios pegados al vidrio, sonrió pensando que treparía hasta la mancha verde, que entraría desnudo en el mar de las caletas del norte, que pescaría pulpos con los hombres, entendiéndose por señas y por risas. Nada era difícil una vez
decidido, un tren nocturno, un primer barco, otro barco viejo y sucio, la escala en Rynos, la negociación interminable con el capitán de la falúa, la noche en el puente, pegado a las estrellas, el sabor del anís y del carnero, el amanecer entre las islas. Desembarcó con las primeras luces, y el capitán lo presentó a un viejo que debía ser el patriarca. Klaios le tomó la mano izquierda y habló lentamente, mirándolo en los ojos. Vinieron dos muchachos y Marini entendió que eran los hijos de Klaios. El capitán de la falúa
agotaba su inglés: veinte habitantes, pulpos, pesca, cinco casas, italiano visitante pagaría alojamiento Klaios. Los muchachos rieron cuando Klaios discutió dracmas; también Marini, ya amigo de los más jóvenes, mirando salir el sol sobre un mar menos oscuro que desde el aire, una habitación pobre y
limpia, un jarro de agua, olor a salvia y a piel curtida.
Lo dejaron solo para irse a cargar la falúa, y después de quitarse a manotazos la ropa de viaje y ponerse un pantalón de baño y unas sandalias, echó a andar por la isla. Aún no se veía a nadie, el sol cobraba lentamente impulso y de los matorrales crecía un olor sutil, un poco ácido mezclado con
el yodo del viento. Debían ser las diez cuando llegó al promontorio del norte y reconoció la mayor de las caletas. Prefería estar solo aunque le hubiera gustado más bañarse en la playa de arena; la isla lo invadía y lo gozaba con una tal intimidad que no era capaz de pensar o de elegir. La piel le quemaba de sol y de viento cuando se desnudó para tirarse al mar desde una roca; el agua estaba fría y le hizo bien; se dejó llevar por corrientes insidiosas hasta la entrada de una gruta, volvió mar afuera, se abandonó de espaldas, lo aceptó todo en un solo acto de conciliación que era también un nombre para el futuro. Supo sin la menor duda que no se iría de la isla, que de alguna manera iba a quedarse para siempre en la isla. Alcanzó a imaginar a su hermano, a Felisa, sus caras cuando supieran que se había quedado a vivir de la pesca en un peñón solitario. Ya los había olvidado cuando giró sobre sí mismo para nadar hacia la orilla.
El sol lo secó enseguida, bajó hacia las casas donde dos mujeres lo miraron asombradas antes de correr a encerrarse. Hizo un saludo en el vacío y bajó hacia las redes. Uno de los hijos de Klaios lo esperaba en la playa, y Marini le señaló el mar, invitándolo. El muchacho vaciló, mostrando sus pantalones de tela y su camisa roja. Después fue corriendo hacia una de las casas, y volvió casi desnudo; se tiraron juntos a un mar ya tibio, deslumbrante bajo el sol de las once.
Secándose en la arena, Ionas empezó a nombrar las cosas. «Kalimera», dijo Marini, y el muchacho rió hasta doblarse en dos. Después Marini repitió las frases nuevas, enseñó palabras italianas a Ionas. Casi en el horizonte, la falúa se iba empequeñeciendo; Marini sintió que ahora estaba realmente solo
en la isla con Klaios y los suyos. Dejaría pasar unos días, pagaría su habitación y aprendería a pescar; alguna tarde, cuando ya lo conocieran bien, les hablaría de quedarse y de trabajar con ellos. Levantándose, tendió la mano a Ionas y echó a andar lentamente hacia la colina. La cuesta era
escarpada y trepó saboreando cada alto, volviéndose una y otra vez para mirar las redes en la playa, las siluetas de las mujeres que hablaban animadamente con Ionas y con Klaios y lo miraban de reojo, riendo. Cuando llegó a la mancha verde entró en un mundo donde el olor del tomillo y de la salvia era una misma materia con el fuego del sol y la brisa del mar. Marini miró su reloj pulsera y después, con un gesto de impaciencia, lo arrancó de la muñeca y lo guardó en el bolsillo del pantalón de baño. No sería fácil
matar al hombre viejo, pero allí en lo alto, tenso de sol y de espacio, sintió que la empresa era posible. Estaba en Xiros, estaba allí donde tantas veces había dudado que pudiera llegar alguna vez. Se dejó caer de espaldas entre las piedras calientes, resistió sus aristas y sus lomos encendidos, y miró verticalmente el cielo; lejanamente le llegó el zumbido de un motor.
Cerrando los ojos se dijo que no miraría el avión, que no se dejaría contaminar por lo peor de sí mismo, que una vez más iba a pasar sobre la isla. Pero en la penumbra de los párpados imaginó a Felisa con las bandejas, en ese mismo instante distribuyendo las bandejas, y su reemplazante, tal vez Giorgio o alguno nuevo de otra línea, alguien que también estaría sonriendo mientras alcanzaba las botellas de vino o el café. Incapaz de luchar contra tanto pasado abrió los ojos y se enderezó, y en el mismo momento vio el ala derecha del avión, casi sobre su cabeza, inclinándose inexplicablemente, el cambio de sonido de las turbinas, la caída casi vertical sobre el mar. Bajó a toda carrera por la colina, golpeándose en las rocas y desgarrándose un brazo entre las espinas. La isla le ocultaba el lugar de la caída, pero torció antes de llegar a la playa y por un atajo previsible franqueó la primera estribación de la colina y salió a la playa más pequeña. La cola del avión se hundía a
unos cien metros, en un silencio total. Marini tomó
impulso y se lanzó al agua, esperando todavía que el avión volviera a flotar; pero no se veía más que la blanda línea de las olas, una caja de cartón oscilando absurdamente cerca del lugar de la caída, y casi al final, cuando ya no tenía sentido seguir nadando, una mano fuera del agua, apenas un instante, el tiempo para que Marini cambiara de rumbo y se zambullera hasta atrapar por el pelo al hombre que luchó por aferrarse a él y tragó roncamente el aire que Marini le dejaba respirar sin acercarse demasiado.
Remolcándolo poco a poco lo trajo hasta la orilla, tomó en brazos el cuerpo vestido de blanco, y tendiéndolo en la arena miró la cara llena de espuma donde la muerte estaba ya instalada, sangrando por una enorme herida en la garganta. De qué podía servir la respiración artificial si con cada
convulsión la herida parecía abrirse un poco más y era como una boca repugnante que llamaba a Marini, lo arrancaba a su pequeña felicidad de tan pocas horas en la isla, le gritaba entre borbotones algo que él ya no era capaz de oír. A toda carrera venían los hijos de Klaios y más atrás las mujeres. Cuando llegó Klaios, los muchachos rodeaban el cuerpo tendido en la arena, sin comprender cómo había tenido fuerzas para nadar a la orilla y arrastrarse desangrándose hasta ahí. «Ciérrale los ojos», pidió llorando una
de las mujeres. Klaios miró hacia el mar, buscando algún otro sobreviviente.
Pero como siempre estaban solos en la isla, y el cadáver de ojos abiertos era lo único nuevo entre ellos y el mar.
*FUENTE: http://www.juliocortazar.com.ar/cuentos/laisla.htm
*
Queridas amigas, queridos amigos:
El domingo 24 de junio del 2007 presentaremos en la Radiofabrik Salzburg (107.5 FM), entre las 19:06 y las 20:00 horas (hora de Austria!), en nuestro programa bilingüe Poesía y Música Latinoamericana, música del compositor uruguayo Daniel Stefani. Las poesías que leeremos pertenecen a Saturnino Rodríguez Riverón (Cuba) y la música de fondo será de Llaqtaymanta (Andes).
¡Les deseamos una feliz audición!
ATENCIÓN: El programa Poesía y Música Latinoamericana se puede escuchar online en el sitio www.radiofabrik.at
(Link MP3 Live-Stream. Se requiere el programa Winamp, el cual se puede bajar gratis de internet)!!!! Tengan por favor en cuenta la diferencia horaria con Austria!!!!
REPETICIÓN: ¡La audición del programa Poesía y Música Latinoamericana se repite todos los jueves entre las 10:06 y las 11:00 horas (de Austria!), en la Radiofabrik de Salzburgo!
Cordial saludo!
YAGE, Verein für lat. Kunst, Wissenschaft und Kultur.
www.euroyage.com
Schießstattstr. 44 A-5020 Salzburg
AUSTRIA
Tel. + Fax: 0043 662 825067
*
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TALLER DE POES?A Y M?SICA SUFI "La Casa Encendida"
Enviado por: "C.Dolores Escudero" cescuderom@telefonica.net adamar_creacion
Mar, 3 de Jul, 2007 8:05 pm
Con el motivo de A?o de Yalal ud-Din Rum? declarado por la UNESCO por el 8? siglo de su nacimiento
la Casa Encendida mediante una iniciativa sin precedente organiza la oportunidad ?nica de
Taller y concierto de M?sica y Poes?a Sufi
impardido por la prestigiosa poetiza y traductora
Clara Janés y Ahmad Taheri y maestros de m?sica como Javid Afsari Rad y Behnam y
Reza Samani.
El taller tendr? lugar entre los d?as 10 y 13 julio y en el ?ltimo d?a disfrutamos de la actuaci?n de los maestros.
La plazas l?mitadas.
Inscripci?n: Casa Encendida : Ronda de Valencia, 2
Tel: 91 602 46 41 91-506 38 78
o bien: Centro Persépolis
El taller unir? tanto elementos de la m?sica como de la poes?a suf?, siguiendo la trayectoria de la poes?a sufi persa a lo largo de los siglos, con sus figuras destacadas, abordando la vida y obras de Rum?: Divan Shams, Masnawi (Mathnawi), concretando las formas y contenidos de los cuentos y tratados en la poes?a suf?, as? como el simbolismo y la terminolog?a utilizadas. Sin dejar de lado la musicalidad de la poes?a suf?: M?sica y danza en las obras de Rum?, con im?genes reales y conceptos m?sticos.
Tendremos en cuenta también, los ritmos y escalas de la m?sica suf?, los instrumentos de percusi?n, el daf y el tonbak, y el instrumento de viento, el ney.
http://www.adamaramada.org/libro.php?pliegos03
Premisas de verano III / Nocturno
Enviado por: "monik matchornicova" monmatch@yahoo.com monmatch
Mar, 3 de Jul, 2007 8:05 pm
Premisas de verano III / Nocturno
Unas gotas de imagen
inventado agonias, como
tatuajes impregnandos
de memoria .
Unas gotas de azul revestidas de ólvido, dicipando-
cicatrizando, disfrazando el ayer
Y unas lineas sín rumbo sobre las manos, aquejando
pausas, exijiendo tierra-ahondando
...divagando
éste nocturno extranjero en la tierra
de nadie.
Matchornicova
Junio.23 / 2007
Austria
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