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Gaceta Literaria Virtual

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1 de diciembre de 2007

GACETA LITERARIA nº 12 - Diciembre de 2007






HOMENAJE de Gaceta Literaria Virtual a la obra de Ricardo Calanchini (Santa Fe/Argentina - 1955)


PÁGINA EDITORIAL

Para qué sirve la poesía

Por Prócoro Hernández Oropeza (México)

Dicen que la poesía es un trabajo estéril y no sirve para nada. Es una pérdida de tiempo en este mundo globalizante y amorfo, un desperdicio del intelecto, una entelequia espiritual mal retribuida.
La poesía se emplea para aplacar las tormentas del alma, redimir a una mujer o un hombre o llenar el corazón de ese sentimiento llamado amor. Puede, en dosis bien servidas, alimentar el espíritu, asustar una soledad y alejar una tristeza. Sirve también para reflexionar acerca de si las piedras hablan o si la luna es medicina para el mal de amores.
Por medio de la poesía podemos hacer hablar a las flores y voltear el cielo de cabeza, cambiar la tarde de lugar. Es un buen recurso para transgredir la monotonía y curar el insomnio.
Un simple verso trastoca el sentido de una palabra, de un enunciado. El verso es una transgresión del sentido común, un ahogado del poeta, un halo místico que impulsa los dedos, un flagelo al silencio.
A través del verso el poeta reflexiona acerca de la vida de una mariposa, de la muerte de un minuto en las manos del tiempo. Por medio del trabajo refinado de la palabra se desdibuja el rostro de un recuerdo , la desventura de un te quiero en la boca del blasfemo.
En fin, la poesía es útil de muchas maneras, pero sobre todo es instrumento para observarnos a nosotros mismos, como expresa el poeta y pintor chino Xingjian. Porque cuando se concentra la atención internamente surge la poesía y empieza la aventura emocional de la palabra.
Octavio Paz afirma que la poesía no es una actividad mágica ni religiosa, no obstante el espíritu que la expresa, los medios de que se vale, su origen y su fin, muy bien pueden ser mágicos o religiosos. Mientras que en la religión lo sagrado cristaliza en el ruego, en la oración, en el éxtasis místico, en un diálogo o relación amorosa con el creador, el poeta lírico entabla un diálogo con el mundo; en ese diálogo hay dos situaciones extremas: una de soledad y otra de comunión.
¿Qué pretende el poeta cuando expresa su experiencia? Paz contesta: “La poesía ha dicho Rimbaud, quiere cambiar la vida. No piensa embellecerla como piensan los estetas y los literatos, ni hacerla más justa o buena, como sueñan los moralistas. Mediante la palabra, mediante la expresión de su experiencia, procura hacer sagrado al mundo; con la palabra consagra la experiencia de los hombres y las relaciones entre el hombre y el mundo, entre el hombre y la mujer, entre el hombre y su propia conciencia. No pretende hermosear, santificar o idealizar lo que toca, sino volverlo sagrado. Por eso no es moral o inmoral; justa o injusta; falsa o verdadera, hermosa o fea. Es simplemente poesía de soledad o de comunión. Porque la poesía que es un testimonio del éxtasis, del amor dichoso, también lo es de la desesperación. Y tanto como un ruego puede ser una blasfemia”.
El poeta, agrega Paz, tiende a participar en lo absoluto, como el místico, y tiende a expresarlo, como la liturgia y la fiesta religiosa. Esta pretensión lo convierte en un ser peligroso, pues su actividad no beneficia a la sociedad; verdadero parásito, en lugar de atraer para ellas las fuerzas desconocidas que la religión organiza y reparte, las dispersa en una empresa estéril y antisocial. En la comunión el poeta descubre la fuerza secreta del mundo, esa fuerza que la religión intenta canalizar y utilizar, a través de la burocracia eclesiástica. Y el poeta no sólo la descubre y se hunde en ella: la muestra en toda su aterradora y violenta desnudez al resto de los hombres, latiendo en su palabra viva en ese extraño mecanismo de encantamiento que es la poesía.
La poesía es la revelación de la inocencia que alienta en cada hombre en cada mujer y que todos podemos recobrar apenas el amor ilumina nuestros ojos y nos devuelve el asombro y la fertilidad. Su testimonio es la revelación de una experiencia en la que participan todos los hombres, oculta por la rutina y la diaria amargura. Los poetas han sido los primeros que han revelado que la eternidad y lo absoluto no están más allá de nuestros sentidos, sino en ellos mismos. Esta eternidad y esta reconciliación con el mundo se producen en el tiempo y dentro del tiempo, en nuestra vida mortal, porque la poesía y el amor no nos ofrecen la inmortalidad ni la salvación. Nietzsche decía: “No la vida eterna, sino la eterna vivacidad: eso es lo que importa”.
Luego entonces la función de la poesía, en un mundo vacío pero computarizado sirve de mucho y aunque no alivia ni corrompe, purifica. No tiene más ideología que un alma y un espíritu en confrontación con todo lo que le rodea. El periodista Braulio Peralta, en el prólogo a una larga y de las últimas entrevistas a Octavio Paz sentencia: “Heraldos de sí mismos, los poetas viven un mundo aparte: mensajeros del destino, en los tiempos modernos, pocos, muy pocos los escuchan, los leen y atienden. Vivimos con los ojos abiertos pero ciegos ante las premoniciones que nos anuncian. ¿De qué sirve pensar y sentir si todo ello no ayuda a vivir más y mejor? El ser y la nada nos arrojan al vértigo de la ignorancia. ¿Tendrá el poeta que gritar sus versos por teléfono, enviarlos por fax, a través de internet, o leerlos por televisión? Hasta eso, en los tiempos actuales, le está vedado; nadie quiere oír verdades a fin de siglo. Eliot seguirá vivo para los mass media.
En tono de queja Peralta señala: “La poesía -la palabra del poeta- ha sido menospreciada en este siglo. Pero no ha muerto. Dicen que cada 50 años nace un poeta -poeta mayor, con ideas- en cualquier país. Poetas que defienden la poesía, porque los versos son inseparables de la defensa de la libertad. Sí: la poesía no se lee en los estadios. Pero no agoniza. En medio de la turbulencia del fin de siglo, algo queda: un puñado de hombres que describen el mundo con versos y prosa poética”.

PÁGINA 2 – Nuestra poesía

Un cuaderno no se inicia


No se inicia un cuaderno
henchido de grandes propósitos,
conviene recordar:
los chicos anotan su nombre,
el aula y el grado que cursan.
No se inicia seguro y convencido,
los chicos anotan el tiempo:
si es bueno: sol, si llueve: lluvia
y buena letra, no manchar
la suavidad de la hoja blanca.
No si inicia un cuaderno
sabiendo, conviene ignorar
lo que se irá a saber
para que la verdad sea poesía.
Un cuaderno se inicia,
y ya no somos niños y no importa:
tratando suave la hoja lisa
diciendo aquí me tienes vacío y predispuesto

Roberto Malatesta (Santa Fe/Argentina)

II

Buscaron poniendo
su sangre
cayeron sin las luces
de la muerte bendecida
en el lugar eternamente equivocado:
baldío
mar
cama ajada
solos
frente a sus hijos

las manos de los muertos
se crisparon

cuando
nos

decretaron el olvido

María Oscaritz (Arroyo Aguiar-Santa Fe/Argentina)

Diez fragmentos de un intento -¿arte poética?-

I

¿Prefiero el trabajo silencioso de la poesía
al silencio trabajoso de la incomunicación?.

II

El secreto último del poema está encerrado bajo siete llaves
y al poetastro se le rompió la primera en el ojo de la cerradura.

III

el silencioso bosque de las letras
el frondoso mutismo de las palabras
espera agazapado el asomar de los desprevenidos ojos y oídos del lector
o de la lectora,
para tomarlo por asalto.

IV

La fractura epistemológica, el quiebre de ramales discursivos que se secan y caen a descomponerse.
El resto fósil de la palabra que está debajo del silencio
pero mucho más el nuevo silencio que se abre y nos abre debajo de las palabras que se nos mueren.

V

La palabra sigue pidiendo ser sacada del cotidiano abuso subalterno, la prolija lija,
los moños y muñones que le infiere la denotación fijada por las fauces disciplinarias.

VI

No la acsésis mística, no la meditación trascendental.
No un modo de elevarme por sobre lo que nos rodea y circunstancia.
No una Acrópolis, no la ciudad luz, la Arcadia, el Paraíso, el Olimpo de los elegidos..
Sí el submarino, el electroshock, el sacudón existencial que nos vuelva semejante, prójimo, par de cualquier torturado
aunque más no sea por un instante.

¿El cielo de esta rayuela es hacernos par de cualquiera?

VII

A menudo, en medio de una epifanía, al borde de un satori, en la jugada más jugada,
el hilo discursivo da una vuelta perfecta y estrangula a su lengua.

El hilo de lo que quisimos decir y callamos
nos cose la lengua con labios y dientes
y querer cantar, gritar o llorar, se vuelve desgarrador.

VIII

Lo que no me canta el claro manantial, me grita el oscuro basural
pero,
cada vez hay más basural
y menos manantial..

IX

Antes que uno logre cerrar algún texto se cuela el agua que hunde el barco
¿No será el corolario del poema una excusa para no seguir el naufragio?

X

Tal vez arte poética sea la más íntima gracia que trasciende la insaciable necesidad de producir versos.

Rubén Vedovaldi (Capitán Bermúdez-Santa Fe/Argentina)

¿Por qué no?

Retomo y ronroneo
los resortes terrosos
de la historia:
paradoja.

Sonrosada te conmino:
ama sua
dijeron también
aquellos los de entonces
con ruego de ruedo
redondo ama llulla
y por fin...
consecuencia alcanzable
desde siempre:
ama q’ella.

Pregón que replica
los espacios a sí mismo
y las dimensiones translúcidas;
son ellas el aliento universal,
el repliegue esencial
recortado de la historia.

Fanny Trainer (Rosario-Santa Fe/Argentina)

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