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Serie Artìculos/ Los Abuelos

Armando Reveròn

Grua en La Guaira

Oleo y teple sobre coleto

Pintor >Venezolano

 

LOS ABUELOS

¿Qué mundo es éste que estamos construyendo en el que los ancianos, que
acumulan la experiencia de toda una vida, son contemplados como un estorbo
en nuestra quehacer cotidiano?
Lo más terrible del asunto es que en este "mundo occidental y civilizado" en
el que vivimos, el anciano, el abuelo, es una figura que lejos de
representar la sabiduría, adquirida tras una dilatada vida cargada de
experiencias, es un estorbo, pero que, eso sí, viene de perlas para cuidar a
los nietos, porque sale más barato (gratis) que una "NANA" y, además,
infunde más confianza. Sin embargo, para todo lo demás, todo aquello que
diga, piense o haga el anciano es producto de que está "acabado".



Éste es el maldito mundo en el que vivimos y del que nos sentimos tan
orgullosos, hasta el punto de que nos permitimos el lujo (o, mejor dicho,
cometemos la osadía) de dar lecciones a países "subdesarrollados"
(empobrecidos) de lo que está bien y lo que está mal, cuando,
paradójicamente, es en esos lugares donde el anciano disfruta de más respeto
porque para eso es el miembro de la familia que más experiencia acumula.
Incluso en ciertas sociedades "atrasadas", en las que la "caja tonta" aún no
ha colonizado la vida familiar, persiste el Consejo de Ancianos, donde se
reúnen los más sabios. Algo completamente impensable en nuestro "mundo".



Mi generación, en cambio, dudo mucho que tenga y llegue a tener algún día la
paciencia y el cariño de nuestros abuelos. Nosotros (estúpidos e
irreverentes "sabelotodo" de medio pelo) no tenemos tiempo para estas
tonterías". Pero de lo que tenemos que ser conscientes es que algún día
seremos nosotros los ancianos, los abuelos. Sólo entonces comprenderemos lo
difícil que es ser un miembro de la "tercera edad" en una sociedad en la que
se trata al "viejo" (sin la carga peyorativa que lleva hoy en día) como un
perro. Qué pena de mundo moderno.



El abuelo - hoy más que nunca - no puede ser esa criatura venida a menos,
arrumbada ya un poco por la historia.

Ser abuelo - hoy más que nunca - no es para empezar a entornar la puerta de
nuestra vida, sino que es empezar a abrirla más aún a la espera y la
esperanza de ese nuevo florecimiento de la sangre que son los nietos.

Ser abuelo es estar listo para dar nuestra experiencia y nuestra
transigencia y nuestra sonrisa hecha de entusiasmos y de sabios fracasos.

El abuelo ha pasado ya por casi todo y sabe que no vale la pena correr
demasiado ni perseguir a costa de la vida algo que no tiene más valor que el
de lo temporal y transitorio.

El abuelo es la entrega experimentada, el amor sin sobresaltos, la verdad
hecha día a día.

El abuelo - los abuelos - están ahí, en medio de nosotros, y hay que
sentirlos como lo más próximo y lo más radical de nuestra corta existencia.

Bajado de la red

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